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XII DOS NEFASTAS EFEMERIDES Lo fueron efectivamente, y muy ·tristes y fa– tales para la historia patria como para la reli– giosa, la guerra de la Independencia y luego la exclaustración de 1835. Cuando los franceses, con hipócrita fingimien– to y descarada alevosía, invadieron la Penínsu– la en 1808, no son para contados los tesoros artísticos que entonces fueron robados, ni las iglesias que se vieron saqueadas y despojadas de cuanto más valor encerraban en joyas y en arte, así picfórico como escultural. Cuántos cuadros de subido valor desaparecieron enton– ces y cuánta plata fue arrancada de nuestras iglesias catedrales, parroquiales o conventuales. Dígalo, entre otras muchas, por no citar más que un ejemplo, la catedral de Granada. A ese robo sacrílego y desenfrenado despojo - 67-

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