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como suele suceder con la mayor parte de las leyendas, puede tener su parte de verdad. Nos referimos al milagro que en algunos cua– dros se ve representado. Los artistas han que– rido expresarnos así que, por exigencias del rey moro, la imagen de Jesús debía ser resca– tada a puro peso de plata. En esas pinturas se ven dos moros y dos trinitarios, y, en me– dio, una gran balanza sostenida por dos palos fijos en tierra. En uno de los platillos aparece la imagen de Jesús Nazareno y en el otro una moneda de plata. A pesar de tan diminuto peso, la balanza se inclina de parte de la moneda, hasta tocar en tiera. Según esa leyenda, el rey moro exigió tanta plata cuanta pesase la ima– gen. Convenidos en ello, los Padres Trinitarios depositaron en uno de los platillos una gran bolsa, llena de monedas de plata, mientras en el otro fue colocada la imagen de Jesús. La ba– lanza se inclinó rápidamente de parte de las monedas, las que fueron poco a poco retiradas por los religiosos, hasta no quedar ni una sola, volviendo entonces la balanza a estar en el fiel. Muley Ismael, extrañado y lleno de rabia, ex– clamó: «Toma esa figura, perro cristiano, tu– ya es.» Sea de ello lo que fuere, son esos pormeno– res que no podemos dilucidar, ya que, a pesar de nuestras muchas investigaciones, no hemos logrador dar con el protocolo de la menciona– da redención. Por eso mismo tampoco pode- -42-

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