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del Arcángel guerrero y gran general de los ce– lestes ejércitos, Miguel; la del lucido espejo de hermosura, Lucía... fueron con gran vilipendio y escarnio aquellos sacrílegos bárbaros arras– trándolas por las calles para martirizar los co– razones de tantos míseros cristianos». A todo eso añade que justamente se encon– traba entonces en Mequinez el virtuoso Fray Pedro de los Angeles, religioso lego trinitario descalzo, quien, al enterarse de lo que sucedía, «se fue a arrojar a los pies del rey bárbaro, pidiéndole no continuaran tan viles acciones con cosas sagradas ni que permitiera se entregasen a tan vil nación como la hebrea». Ofreció en– tregar por las imágenes otros tantos moros cautivos en España dentro de tres meses. «Fuele concedido, entregándoselas con calidad que ha de ser quemado vivo si no cumple lo prometido, a que consintió, y con muchas lágrimas de to– dos los cristianos fueron llevadas en depósito a nuestro hospital, donde hoy quedan. Quiera Dios darle el rescate, aunque nosotros perezca– mos en el cautiverio.» Termina el citado testigo su carta, que fecha en Fez el 14 de mayo de 1681, diciendo que las alhajas de vasos sagrados, etc., quisieron asi– mismo venderlas a los judíos, pero se ofrecieron varios cristianos y las compraron con su dinero. Allí quedaron en depósito hasta su definitivo rescate. - 33 - 3
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