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portadas las imágenes, los ornamentos y vasos sagrados de la iglesia, e igualmente la artillería de bronce, mientras que la de hierro se dejó en la fortaleza, en la que quedaron cinco mil moros de guarnición. Desde entonces corrieron la mis– ma suerte los 273 soldados españoles que la defendían, las 19 mujeres y los 35 muchachos y niños que también se encontraban allí; todos fueron considerados prisioneros y esclavos de Muley Ismael. En cambio, el gobernador, el veedor, sus dos sobrinos y los dos religiosos fueron a los ocho días enviados a Tánger y allí puestos en libertad, viniendo seguidamente a España. ¿ Qué sucedió más tarde con aquellos solda– dos, mujeres y niños, cogidos prisioneros en Mámora y luego entregados al rey Muley Ismael como esclavos? Ya podrá suponer el lector la suerte que correrían. Si hemos de dar crédito a un testigo presencial, el propio rey mandó que en dos meses no se les obligase a trabajar, dándoles asimismo un año para que se gestio– nase su rescate, a cuarenta pesos cada uno, cosa que jamás se había visto. Y en cuanto a las imágenes, el mismo testigo nos asegura «haber visto el sagrado retrato de Jesús Nazareno segunda vez entregado a moros y judíos, y a la soberana imagen de aquella paloma casta, que siendo Madre de Dios lo es también de pecadores, con título del Rosario ... ; las imágenes del Príncipe de los Apóstoles, la - 32-

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