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ENFERMEDAD EN EL CAMINO En San Marcos convergen los ríos Tacutú y Uraricoera; en esa confluencia pierden sus respectivos nombres, para tomar el nombre de Río Branco.. Allí me dio fiebre, tomé un purgante y me detuve unas horas, quedando con un indio y el caballo, para ir a alcanzarles en la primera dormida. Los alcancé y pasamos la noche juntos; pero al día siguiente, a eso de las 10, me subió la fiebre de manera que tuve que desmontar y colgar el chinchorro en un lugar, sin otro amparo que dos altos mori– ches donde lo había colgado y sin defensa de los ardorosos rayos del sol. Me. puse el termómetro y tenía 40 grados. En aquel desamparo ni Peña ni yo sabíamos qué hacer; pero un colombiano que nos acompañaba. nos dijo que muy cerca, a la parte oeste del cerro que nos quedaba a unos tres kilómetros, había una casa. · Me pusieron en el caballo y aquello era como una muerte continua, medio echado sobre la silla del caballo sostenido por un indio, iba más muerto que vivo. Afortunadamente llegamos a casa de Wl criollo brasilero que nos recibió como si fuéramos ángeles del cielo. Peña fue a organizar las cargas; y en la tarde, con más calma, resolvimos que yo volviera a Boavista a curarme y él siguiera con las cargas .a Santa Elena. Efectivamente, cerca de allí estaba el Uraricoera y podría alquilar dos indios brasileros con wia curia– ra que nos llevara a Boavista. En la noche, a pesar de haberme puesto una inyección de quinoformo y otra de aceite alcanfora– do, me sentí muy mal. Le supliqué me llevaran al patio y me dio un síncope. Todos creyeron que me había muerto. Dios quiso que me pasara después de unos minutos yme·sentí enteramente aliviado de aquel terrible desasosiego. Dormí. en. la noche algo, pude tomar ¡uarapos con azúcar y después café con leche, por lo que en la tarde resolvimos de firme el viaje a Boavista. 76
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