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para la Misión y lo que se importó en el primer año-. fue todo con dinero de la Misión. Al hacer las cuentas quiso garantizár– melo con los diamantes que tenía, cosa que, .por caballerosidad, no consentí. Peña se desvivía por la Misión y era un auxiliar sumamente útil. Para corresponder con él, comencé a dar clases diarias a sus tres hijos, de los cuales la mayor comenzaba a deletrear a pesar de sus 12 años, Durante los meses de mayo y junio bajaba todos los días y tenía con ellos 6 horas de clase; · teniendo que e.aminar más de un kilómetro por muy malos cami-· nos; sobre todo en aquellos meses de lluvia y la bajada y subida del cerro, unos 300 metros completamente perpendicular. Abrimos el colegio para los niños de los indios que eran sumamente inconstantes, pues unos días tenían que ir al conuco; otro, ir de caza, así es que no era posible exigir una asistencia regular ni mucho menos. Pero los 4 que teníamos en casa, esos comenzaron a hacer progresos. Todos los días decíamos misa y, sea por curiosidad, sea por otro fm, c.omenzaron a ir algunos todos los días y casi todos los domingos. Pasamos todo el mes de mayo tranquilos, pero, a princi– pios de junio, llegaron con Juan Rodríguez los indios de Luepa, al frente de los cuales venía Cbalí, un indio que hablaba inglés y aspiraba a Jefe, y parece que, ocultamente, algunos enviados por los adventistas de la Guayana. Notamos que los indios de. Acurimá se descompusieron mucho; vestían de nuevo el sábado y muy pocos asistían el domingo a misa; los de K.ukenán venían menos; a Peña le comieron una novilla muy buena y la vaca que tenía se la escondieron. Todo esto ofrecía intranquilidad. Peña y Jwm Rodríguez les amenazaron y les encerraron sus vacas; y las terúwl escondida con una becerrita a más de 4 leguas en un sitio sumamente retirado. Nosotros sabíamos que los indios de Acurimá habían asesinado a 7 brasileros para robarles la mercancía que llevaban para sacar balatá; y que los .asesinos habían si4o Joaquín -el indio que hablaba muy bien brasilero y con quien mejor nos entendíamos-, Valentín, José Sala.zar -a quien le habían dado el nombre del Jefe de los brasileros: un negro venezolano muy valiente. A mediados del mes comenzaron a esparcir alannas: desde casa de Peña habían visto luces raras. Varias noches los chicos de casa llegaron despavoridos diciendo que por afü'. andaba Canaima. 64
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