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Nuestra llegada a Ara.uta Merú coincidió con la subida del pescado por el río Yuruaní, debido al fuerte aguacero del día anterior, por lo que nuestros indios, parientes de los Arautá Merú, tomaron parte en la gran pesquería. Los hombres habían cortado gran cantidad de raíces de una trepadora llamada por ellos adayek, muy tóxica. Reunidos en grupos en el Salto del Araguato (Arauta-Merú) los más robustos machacaban dichas raíces con gruesos y duros palos sobre las piedras, mojándolos en el agua; los pescados quedan intoxicados y buscan el agua libre, momento que aprovechan los indios para cogerlos cuando están desorientados, o flecbm:los. Para esto, está el grupo más numeroso de hombres que logra pescar los más gordos. Un grupo de jovencitos más abajo pesca los que se les escaparon a los hombres. Los que escapan i.tl grupo de muchachos van a parar a las mujeres que, con redeci– llas manuales, atrapan a los que quedan, siendo difícil que se salve uno, pues fas·mujeres y niñas forman dos filas estrechas a todo lo ancho del :río. Después de mediodía subimos a fas casas y, al momento, los indios prepararon un espléndido banquete, pues los pescados gordos los asaban y los chiquitos los ponían cocidos en grandes cacerolas con ají y kumachí, en la forma antes dicha. Los Misioneros, que nos habíamos agregado a la pesquería también, cogimos algunos ejemplares buenos,_que .consideraban los indios como nu~tros. Salimos bastante tarde, pero adelantamos medio día, pues pasamos el Yurnaní, río muy ancho. Sólo había una pequeña canoa, por lo que los indios pasaban las c~gas sobre la cabeza. Acampamos en el cerro entre Yuruaní y Kukemm, donde había unos ranchos y una quebrada muy cerca. En la mañana siguiente al llegar a la cumbre, se nos ofreció el panorama más bello que había visto en mi vida. El lllll:iestuoso Kukenán que tiene sus fuentes en Kukenán.-tepui y Roraima, atraviesa unas extensfsimas campiñas, escondido entre bosquecitos casi todo su curso, dividiéndolas en dos partes desiguales: la margen izquierda, que recibe el Arawopa, casi tan caudaloso como él; el Wairén y el Surukún; parte de otras quebradas importantes y que, procedentes del Roraima y de la Pacaraima, forman sabanas y cerros casi todos cubiertos de vegetación. La margen derecha, formada por sabanas y mori– chales cruzadas por quebradas y ríos encantadores, como el Mapaurí, que hacen de esta región un país de ensueño. En 62
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