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das· en la manilla del canalete. El golpe fue. tan fuerte que el canalete se hizo trizas, pero ni a la curiana ni a los que en ella íbamos nos sucedió nada malo. Todo. esto, juntamente con el trato, contribuyó al aprecio de los indios por.los Misioneros. El .último domingo lo pasamos cerca del puerto de El Pao, donde había algunas canoas. Es el puerto por donde los indios de Urimán, Tiricá y la Gran Sabana dejan sus canoas para .ir al Paragua a traficar con los Moñ.ongones, donde com– pran los famosos rallos, elemento vital para toda familia de indios. El pan de los indios es el cazabe y en el Brasil la harina de yuca.. La bebida, tan esencial a la vida del indio, es el cachirí. Uno y otro se fabrican de la yuca rallada. Por eso, el rallo es tan imprescindible como el machete, y aún más. Los Moñongones, que se distinguen por sus grandes siembras de yuca, preparan, mediante trabajo de machete, unas tablas de unos cuarenta centímetros de ancho por unos ochenta de lárgo. Preparan numerosísimas piedrecitas de pedernal o cuarzo duro, puntiagudas y cortantes y las incrustan. en la madera y, con el fin de que queden más seguras, les ponen una resina bastan.te consistente, las adornan con rayas y figuras de rayas y las venden a los pemones, siendo materia de un comer– cio muy activo entre ellos. Entonces, .el precio de un rallo podría calcularse en no menos de 20 a 30 bolívares. Para nosotros, fue un día pésimo, pues acertamos a acampar en un lugar en donde una enorme cantidad' de mosqui– tos de considerable tamaño, pegajosos y malolientes, nos moles– taban de tal manera que era imposible estar fuera del chincho– rro. El haber venido ellos después de haberse ido los indios a cazar, ~os impidió trasladamos a otro sitio menos molesto. Al día siguiente por la tarde llegamos a .Urimán y aquí, ni pesca ni caza aparecían por ninguna parte y el temor de disminuir demasiado los recursos y también el haber dejado en la curiara de Miguel parte del bastimento, nos hizo pasar un día de hambre. Después de pasar con trabajo el muto un poco n:iás abajo de Urimán, los indios, que no tenían menos hambre que los Misioneros, vieron cerca un bachaquero. Lle¡aron allá, co¡ieron una gran cantidad de. bachacos, los frieron en una sartén y . se pusieron tranquilamente a comerlos con el poco cazabe que nos quedaba. El ruido que hacían al mascar producía en nosotros una sensación extraña,. ya de asco, ya de envidia, por no poder saciar el hambre. 36

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