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comunicó, frente a Coporito, que el P. Benigno estaba grave en el Faro Barima y que al día siguiente llegaría a Barrancas. Hice un papel al. P. Tomás ordenándole que fletara una curiara y saliera sin falta al día siguiente para Barrancas a buscar. al P. Benigno. Llegué en la noche a. Arnguaimujo con el chofer y encontramos bastante mal a la Hermana. Organizamos el viaje para el día siguiente. Nos acompañaba otra religiosa. Salimos bastante tarde, pues los preparativos y la misa nos llevaron mucho tiempo. La lancha era muy incómoda y tuvimos dos paradas en el viaje, portándose muy bien las familias donde bajamos. Por fin, a las 10 de la noche, llegamos a casa de Don Juan Cabral, donde tenía una habitación muy buena, dispuesta para la enfer– ma. Este señor, jefe de una importante familia, la de más arraigo· cristiano en Tucupita, fue la persona más amiga y de mayor confianza desde que los Capuchinos llegamos. a la ciu– dad. En su casa, cinco religiosas Capuchinas· de la Sagrada Familia estuvieron hospedadas 10 días, sin que quisiera él nunca ni consintiera en recibir pago alguno. Allí se hospedaron cwm.– tas veces venían, sanas o enfermas, hasta que en 1932 fundaron el. Colegio. El P. Tomás no llegó con el P. Benigno hasta el martes, bastante tarde, , y ya fuera de peligro. Lo acomodamos en la gran pieza de la casa nueva y a los ocho días ya estaba sin fiebre y casi bien del todo. En mi tiempo jamás se pasó una factura por medicinas o gastos causados por los Misioneros por causa de su estado de salud, mientras estaban en Tucupita. También la casa hacía los gastos de los indios que UWll o do.-s veces por mes iban por fletes, aun cuando se demor.mm una semana. Y nunca iban menos de cinco o seis bogas. 29

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