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unos pueblos de la montaña, unas 4 leguas de mi pueblo, muy frías donde nevaba mu~ho. Tuve una bronconeumonía; pero, abrigado y a pesar de la fiebre, siempre dije Misa e hice los oficios todos y la predicación. A la vuelta en dos días én mi casa me puse bien y llegué al convento sin asomos de enferme– dad. Realmente fue una Semana Santa penosísima para mí. Como el invierno siguiente tuve ·otras dos bronquitis; aun cuando el verano lo pasaba bien, los inviernos. los pasaba muy mat El M.Rvdo. P. Agustín de Corniero, me preguntó que era lo que quería. Yo, como siempre, le dije que no quería nada, que en España por haber pasado 28 años seguidos en el trópico, no creía que pudiera rendir trabajo efectivo durante 7 u 8 años. Pero que para mí era indiferente, pues en aquel momento esa era mi disposición qrie creo, por milagro de Dios -sin merecer– lo- conservo hasta hoy: 10-11-56. El nuevo Provincial, P.. José M. de Chana me destinó a la Custodia de Venezuela, pues no creía que mi edad me permitía dedicarme de nuevo a la obra de las Misiones. Nos embarcamos una tanda de Religiosos y Misioneros el 4 de noviembre en Cádiz. ·Como habían subido al poder los que figuraban como izquierdistas (Acción Democráti– ca) temíamos dificultades pero, al desembarcar en Puerto Cabello, el P. Hilarlo de Escalante lo. allanó todo y fuimos recibidos con grandes atenciones. Aquel año nombrado el P. Antonio de Veamián segunda vez Custodio, me encargó de la Casa de Valencia como superior interino. Allí estuve un año hasta la venida del P. Diego de Cuba nombrado nuevo superior. Como el P. Hilarlo había trabajado muy bien acompañado del P. Crisóstomo, tuve suerte de tener de compañero al R.P. Celestino de Pozuelo, gran orador, y con el P. Constantino,, aunque muy mal todavía, escribía la hojita mensual con aceptación y pudimos sostener el culto, las congregaciones y la predicación, a la altura del trienio anterior. En noviembre me mandó a Caracas y trabajé en la Iglesia de Las Mercedes durante el año. El año 1947 me mandaron a una Misión en Barquisimeto, y el Párroco de Carora me envió al Blanco-Territorio al extremo del estado y enclavado entre el Zulia y· Coro. Fui con un organista y u.11 . sacristán, aquel un santo y éste un degenerado, hicimos una labor grandiosa, en los distintos caseríos: Quebrada de Arriba, 150
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