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internado y formaron un matrimonio cristiano modélo. Por entonces comenzaron los indios a diezmamos elganado de Chinada y no había manera .de sorprenderlos a pesar de los viajes. frecuentes que hacíamos. Como me sentía enfermo y agotado y tenía la obediencia del M.R. Provincial para ir a España, resolví salir a Upata y Mons. me destinó a regir fa Iglesia. de Tumeremo donde pasé desde febrero hasta abril del 38, según recuerdo. Entonces supe de mi familia: que mi hermano, el sacerdote, había estado preso de los rojos en Asturias, que casi lo habían condenado a muerte, pero que el Obispo lo había hecho Párroco de Cármenes y con las dos parroquias de Piedrafita y Piomedo. Aquella carta me afectó profundamente y quería, después de 28 años en América, volver a verlo. Además, mi estado de salud no estaba bien.· En Tumeremo, sólo me ocupaba del culto, de catecismo en el pueblo y en el campo. Allí procuré fomentar la piedád. En abril de 1938 el nuevo administrador apostólico me nombró párroco de Upata. Allí ejercí el ministerio parroquial, dando mucha importancia al campo. Fui a El Manteco: una visita la hice con Monseñor y dos solo; inauguramos una capillita en la mitad del camino de El Manteco dedicada a San Rafael, varias· primeras comuniones en· San Lorenzo en Guri, en San Pedro las Bocas y en tres barrios. Misioneros que trabajaban en la Gran Sabana en 1975. Entre ellos: Diego de Valdearenas, Tirso de Escalantc y Quintiliano de Zurita. Estos dos últimos siguen trabajando en Wonkén y Kavanayén, después de sesenta años entre los indígenas y ochema y cuatro de edad.

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