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burros, hasta Santa Elena, eran unos 5 días. Entre tanto, habilitamos un ranchón medio .destartalado y allí hicimos cocina a. fin. de que las Hermanas cocinaran. Era– mos entonces: cinco Hermanas Franciscanas con unas 22 indias internas, tres religiosos cpn unos 22 muchachos internos y unos 5 6 .6 trabajadores. En enero de 1938 trasladamos la cocina al rancho, se acomodó u.na hermosa sala de trabajo para las niñas, y pudieron las Hermanas encargarse, después de dos años, de la cocina..Quien la dirigía era Fray Lucio con los muchachos. y, en ausencia de él~ u.no de los Padres. Monseñor no quena que las Hermanas estuvieran trabajando en la casa donde vooamos los Padres y los muchachos. Aun cuando ensayamos diferentes métodos de. cultivo, veíamos cuán difícil era, en aquel terreno de pobrísima capa vegetal, una producción, aunque fuese de yuca amarga, maíz. y plátanos y cambures. Por esto, habíamos hecho un conuco que :nos dio una hermosa cosecha, y había un platanal, decidimos trasladamos para allí.. Cortamos la madera para las casas y dejamos preparada la madera muy. fácil de trasladar. Pero yo me sentí muy mal y fui a Upata, pues siendo mi peso normal 80 kilos, llegué a pesar 60, y no era posible reponerme. Durante mi estadía hicimos varias excursiones por los campos de alrededor, pero sólo había indios en Parupa, los cuales iban a Luepa todos los domingos. Entre los sucesos notables hubo el siguiente: habíamos recibido una jovencita quien, huyéndole a la madre que se la ' quena dar por mujer al Capitán de Pampa, quiso ser interna con las Hermanas. Pero, añonmdo la vida del indio, se nos huyó como a los 10 meses, juntamente con otras dos. Al día siguiente, acompañado de dos muchachos, salí a las·· 2 de la mañana caminándo 8.Pa:rupa, a donde llegamos mojados y con mucho cansancio. Estuvimos viendo las chozas, p,ero las chicas no estaban. Volvimos a Luepa y mandé una orden al Capitán de que no se presentaran el domingo sin las chicas; creíamos que se habían puesto a vivir con el viejo Capitán. Pero las mucha– chas, al domingo siguiente, volvieron a casa como si no hubie– sen quebrado un plato y :no intentaron escaparse de .nuevo. Los cuatro días los habían pasado en un conuco vecino a Luepa, haciendo casabe y kachirí en la quebrada. La joven, dirigente, llamada Isabel, se· casó con Gabriel, el muchacho mayor del 145

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