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Chenú decía que la región de la. selva, entre Tumeremo y Luepa, semejaba el infierno. El26 de abril me nombró Monse– ñor Nistal superior de la casa de Luepa y hasta fines de junio no se pudo conseguir que un avión me trasladara allá; con recursos. para aquella casa, donde se pasaban muchas privacio– nes. En el avión sólo íbamos el piloto Pacanins, el copiloto, el radiotelegrafista y un servidor. Salimos de Twneremo con nubes y tomó· la vía del Venado que estaba· más despejada. Me fijé mucho en el lugar de la catástrofe aunqúe la ruta que llevába– mos era.desviada, pero se vía lo cercano que quedaban el Yuran y sus sabanas. Llegamos felizmente a Luepa y me hice cargo de aquella casa. Esta ofrecía dificultades insuperables: no se daban pláta– nos y los cambures eran muy raquíticos y su cultivo era muy difícil. Los conucos, en asientos viejos de indios, apenas nos daban muy poca yuca. El maíz nfrecía grandes CODltra1t1en:1pos. Tuvimos \!na siembra .buena, pero la capa era muy pequeña. El ganado era diezmado entre el tigre y los indios, no dejando estos últimos ni rastro del robo. El único recurso era organizar conucos arados y abonarlos y, posiblemente, regarlos, pero los recursos de la Misión no nos permitían ese lujo. Como la casa de las Hermanas no tenía cocina y Monseñor mandó que las Hermanas no cocinaran en Ja cocina de los Pad~, a pesar de estar bastante lejos de su dormitorio, pues entre ellas y el dormitorio de los Padres estaba el dormitorio de los indios, los chicos dirigidos por los Padres cocinaban para éstos y para las chicas, las Hermanas y para ellos mismos. Cuando el Hermano estaba en casa podía pasar la comida, peto, como salía frecuentemente, todos teníamos que sometemos a una muy mala comida y no muy abundante tampoco, bien que esto último lo ha.cía menos desagradable al paladar. Y o llevaba unas libras esterlinas con intención de estudiar el modo de ir a Guayana Inglesa, pero Monseñor me prohibió ir y así tuve que mandar a Fray Lucio con un chico. Este se le murió en el camino y el pobre Hermano, sin saber nada de inglés, tuvo que volver por el mismo camino, por lo que resultó un fracaso esta diligencia. Mi plan era seguir el Rupuroní y comprar una reata de burros, y con las cargas hubiéramos remediado la Misión; pues de la estación inglesa, donde se hubieran podido cargar los 1114
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