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parte este del Yuruaní, pues estaba ya bastante cerca de ellas y, tomando altura, las hubiese alcanzado planeando. De todos modos, dio muestra de maravillosa previsión, . serenidad, sangre fría, avisando a los pasajeros que se pusieran los cinturones pues se veía precisado a aterrizar· en la selva. En ehvión había mm escopeta (según parece, de uno de los pásaje– ros), wia totuma de kumachí que traía elP. Baltazar, dos potes de dulce y dos libras de chocolate, que llevaban para las Her– manas Franciscanas .de Lliepa. Esto fue lo que comieron, a más de un morrocoicito -poco mayor. que la palma de la mano- que allí encontraron;. y fue lo que ·comieron durante 15 dí~justos, cinco personas al principio y cuatro después de ·la muerte del agregado de Iá Embajada norteamericana. El avión, al tropezar con las ramas· de los árboles·gigantes- , cos a donde se dirigió Marcano, dio la vuelta rodando y salien– do sillas y viajeros de sus sitios y lastimándose más· o menos, según los golpes y la parte lesionada. Desde el primer. momen– to, Luque se desnucó y .el P. Baltazar, que estaba a su lado sufrió una terrible luxación en el pie y se fracturó la clavícllla..... El anciano periodista americano quedó empotrado entre los enseres y sufrió lesiones graves. La mujet se fracturó w:ia pierna por el muslo y los demás sufrieron lesiones, siendo .el más mal· herido, Marcano. Bajaron del avión de la mejor manera que pudieron y organizaron debajo de éste, .sitio para dormir y guarecerse de la lluvia; esto fué lo. primero que hicieron, pero les acosaba una sed horrible. Salieron en buséa de agua el copiloto, el radiotelegrafista y un experto en la montaña de Tumeremo, quienes no habían sufrido lesiones graves. llevaban una brújula del P. Baltazar y una escopeta pero no volvieron y, al encontrar oo arroyito, lo· siguieron, logrando·Uegar a orillas del ·Cuywú. Más abajo de Kinoto-waka y en la primera falca que bajó, llegaron a El Dorado en la fecha antes dicha que, según croo· también fue martes por la noche. Allí éstaba el General Rivera Grliber, Jefe de Fronteras, qujen obligó al experto de Tumere– mo a acompañarlos y a seguir el camino por donde .habían salido. Efectivamente pudieron seguir las pisadas, estableciendo el campamento de exploración, donde estos últimos habían dormi~ do la primera noche o. sea el viernes. 141
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