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muy trigueño, parecía mucho más joven de lo que era, y de corta talla, delgado y de humilde apariencia que no trataba nunca de disimular, sólo los que le conocíamos apreciábamos una capacidad bajo aquellas humildes formas. Por eso yo, desde luego, le di mucha importancia a sus informes. En Tumeremo había mucho. optimismo, pero pasaron 4 días... pasaron 5... y el avión no aparecía: El General Carlos Rivera Griiber, Jefe de Fronteras, al llegar a El Dorado, hizo que entre los exploradores que llevaba para buscar a los super– vivientes, formara parte un joven de Tumeremo, muy baqueano o conocedor de la selva y éste los llevó el jueves a donde habían desembarcado y, en· dos días, llegaron a donde ellos habían encontrado agua, a poco más de un kilómetro de distimcia de donde cayó el avión..Allí hicieron un rancho y todos los días salían a distintas direcciones, sin encontrar nada. Por fin, el viernes 7 de mayo llegó a· Tumeremo la noticia de que los habían encontrado: al avfador Marcan.o, al periodista americano, al P. Baltazar y a una mujer, heridos y al agregado de la Embajada, muerto. Este último .se supone que murió más bien de tristeza, pues aparentemente no tenía herida o golpe que le causara la muerte; y a un joven de Tumeremo, de apellido· Luque, quien sí murió al primer impacto. Como se fantaseó muého sobre este asunto y por calmar a la familia Duque, cuyos hermanos estaban muy bravos éontra el entonces Teniente (hoy coronel), parece que éste se disgustó por creer que le culpaban de algo de imprudencia. Y como muy pocos se enteraron a fondo de las circunstancias que rodearon la tragedia, la verdad sincera de cuanto aconteció no sólo lo libra de· toda culpa sino que fue, en aquella ocasión, un héroe. El avión salió de Santa Elena el viernes 23 de abril, a eso de las 9 a.m. En la mitad del camino, entre Luepa y Santa Elena, les sorprendió una tempestad. Fray Lucio estaba con los muchachos en el conuco de Chinaday a unas tres le¡uas al oeste de Luepa y oyeron, en medio de la lluvia, de truenos y relám– pagos, el avión volando muy cerca'. La niebla, y el estar en el valle entre los cerros de la Escalera y el Putari-tepui; tratándose de un avión de un solo motor y con ¡asolina muy medida para ir y volver de Santa Elena a Tumeremo, le exigía gran pruden– cia y tacto. Quiz.á la niebla lo desvió algo, muy poco, de la ruta y, de estar el cielo despejado hubiese divisado las sabanas do la

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