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amigas, y los instrumentos para organizar la banda, adquiridos en: Caracas, y que .hacía más de un año y medio me habían ofrecido en el Ministerio de Guerra. Con Monseñor y el Superior Regular nos encaminamos a Tucupita poco después. Creo que fue en febrero, y coincidió nuestra llegada con una concentración de in:dios de las Bocas del Orinoco, llamados por el Gobernador Alejandro Rescanier. Entre ellos llegaron .bastantes familias de los nuestros del Araguaimujo. Después de haberlos obsequiado con abundantes viandas: carnes, verduras, pescado; etc., por la tarde y en la plaza, el Gobernador habló al pueblo de Tucupita y allí estaban todas las autoridades y los in:dios. El Gobernador dijo así: - Sefiores, yo llegué ál Territorio muy prevenido contra la Misión y los Misioneros, ya podas acusaciones que habían llegado al Ministerio, ya por las encontradas en el archivo de la goberna– ción. Llevo meses dedicando algún tiempo todos los días, al examen de dichas acusaciones para proceder en consecuencia si eran verdaderas, o para deshacerlas si eran falsas. Convencido de esto último, quise poner ante los ojos de todos los vecinos de Tucupita, de lo más selecto y distinguido del Territorio, un testimonio auténtico de la falsedad de seme– jantes acusaciones. Ahftenéis centenares de familias indígenas en estado salvaje y unas docenas de indios civilizados por los Padres Misioneros. Yo tengo el convencimiento y creo lo estáis viendo todos que, una solafamiliafonnada por ellos, tiene más valor, realza más a la Patria y es más útil a ella que todos los demás indios. Todos estáis viendo que en su aspecto externo superan a mu– chas familias criollas. Yo tengo una carrera y si acepté ponenne al frente de esta Gobernación fue, además de servir a mi patria, el adquirir un seguro porvenir para mi vejez y para mifamilia. Estos Misione– ros nó son venezolanos, tienen una carrera superior a la mía - por las materias que·abarca y por la intensidad de los estudios que se les exigen- y vienen a trabajar en favor de nuestra tierra, a llevar a cabo esta obra grandemente civilizadora y morirán entre nosotros o volverán a su país tan pobres como han venido. Yo quiero, como venezolano, admirar y agradecer lo eficaz de su trabajo, la abnegación y sacrificios que impone una vidá en los lugares más solitarios, sin recursos médicos en 138
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