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DOS PELIGROS DE MUERTE Estaba un día en la faena de moler caña y sacar a.mear. El método era .bien sencillo: a medida que salía del trapiche el guarapo, fo .íbamos echando en los grandes pailones de cobre; dos indios de confianza espumaban ]a melaza que seguía hir– viendo hasta convertirse en melao. Cuando estaba en su punto, algo más espeso que cuando empleaba para hacer papelón o mucho. más cuando sólo se intentaba hacer miel, se echaba en' una canoa grande. Por medio de paletas muy limpias lo agitába– mos para enfriarlo y automáticamente quedaba·a.mcar morena, pero mucho más blanca que la comprada·en plaza. Se sabía que estaba en punto cuando, echado en un plato de agua fría el melao, con la mano se hacía una bolita de él; si no se· pegaba a los dedos o se desprendía fácilmente, estaba a punto de a.mear. Es de todo punto necesario que haya una limpieza extrema en los pailones donde. se· cocina,. en las espumaderas y paletas con que se agita el melao y se enfría para conv~rtirlo en a.mear, en la canoa... Basta que cualquier cuerpo extraiío, si es grasoso sobre todo, toque ·el melao, para que se pierda la fondada. Tocar con el dedo para endulzar la boca y que la parte tocada vuelva a los pailones, basta para: que se estropeen 70 kilos de a.mear. Uno de los chicos echaron a wi lado del rancho donde teníamos el trapiche las brasas del horno y comemó a arder parte de la caña. Cuando vi que comenzaba el fuego en el cañaveral del lado, me ]aneé a apagarlo. hábito era del empleado para trabajar, delgado y de algodón. Una llamarada me envolvió y me sentí abrasado; pero lo peor era que me asfixiaba por momentos. Con todo, logré recoger hojas de caiia seca medio ardiendo y salir de aquel infierno, no sin dejar cortado el fuego. Como la operación hecha dos años· antes se reproducía en y perdía bastante sangre, aconsejado por una enfermera, comencé a ponerme. inyecciones de emetina. Aun cuando las interumpía y alternaba con aceite alcanforado, una noche, a eso 136