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sobre un arbusto pequeño, cuyo palo· seco penetró desde el cuero cabelludo .hasta el ojo derecho, dejándome una cicatriz para toda la vida. Momentáneamente perdí el sentido; pero lo recobré pronto; en la quebrada de Wará lavé la herida y puse sobre ella un pañuelo limpio pará detener la hemorragia. · Al llegar a Santa Elen11, el P. Cesáreo me cortó con unas tijeras desinfectadas los pellejos que colgaban a ambos lados, esterilizando la herida con yodo y le.puso gasas impregnadas de aceite con trementina, a partes iguales, cosa ésta que ya me había dado resultado como antiséptico poderosísimo. Al día siguiente de Ramos celebré la Santa Misa con el parche y casi oculta la vista con las vendas, estando bien ya para el fin de la Semana Santa. Creo que hasta cantamos las tinieblars. En otra ocasión, tratando de cortar un palo duro con el machete afilado, resbaló ésté y me hi1.0 una profunda herida a dos centímetros debajo de fa rótula. Como estaba solo, amarré la parte afectada fuertemente, con el pañuelo fui a casa y, con la ayuda de los muchachos, desinfecté la herida. Di tres puntos . de sutura y, mediante el mismo desinfectante, a los cinco días corté los puntos y pude caminar y decir misa al día siguiente. En diciembre murió el General Gómez y poco después se presentó el General Casado, casi inopinadamente. Llegó con bastante gente armada y pocos días después se presentó un hijo del General Sixto Gil. Iba éste en búsqueda de su padre quien estaba 'trabajando oro en la llamada mina del Polaco, llamada así por haberla descubierto un hombre de esa nacionalidad que estuvo varios meses.haciéndonos algunas obras de carpintería en la Misión. El joven Gil alcanzó a Casado, llegó a la mina y volvió con su padre. En aquellos días le robaron el magnífico revólver Colt, al General y todos sospechamos del policía Juan Rodríguez, espaldero de Casado. Como en casa teníamos uno dejado por unos alemanes, se lo di, pues eso le había acobardado mucho. El General Sixto Gil se fue al Brasil y Juan Rodríguez quedó; mientras Peña y Casado iban y venían de la mina. 124
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