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imprescindible. En El Dorado, Borrero y Graterol se fueron por tierra hasta el alto Cuyuní o Carabobo y allí estaban al llegar nosotros en falca. El General Casado, al saberlo, se fue en su lancha y con su gente. El cargaba unoS doce hombres que, .con los indios, no bajaban de 20 personás. Por esto, diariamente y al precio que están las mercancías en El Dorado, cada vjaje costaba un capital. Casado, que me consideraba un estorbo para sus planes en la Gran Sabana, comenzó. a molestarme y, por medio de un francés que se decía fugado de un. barco pero que tema todas las características de los fugados de Cayena, y quien me. llegó a faltar en La Laja, donde saqué carácter y les dije que si mi compañía les estorbaba, me iría solo. Borrero, con su reserva y actitud correcta, también contribuyó a que siguiéra– mos en paz.· A los dos días llegamos al Apanwao que estaba ·crecido y después de muchos ensayos y proyectos, se acordó poner una soga de una. a otra orilla del río y que, amarrado el individuo debajo de los sobacos, pasara siendo atraído o halado del otro lado por uno· o dos individuos que habrían pasado a nado previamente. Al pasar un servidor, Casado puso a tirar. al supuesto cayenero quien, a todo trance, tiraba con el objeto de que me viera forzado a desligarme de la soga. Como tenía ya .bastante fuerza, no fueron suficientes las del cayenero para arrancarme de la soga por más que oía decir a Casado: -tira del cura, para que se. ahogue... Lo cierto es que me ,hizo dos rozaduras debajo de los sobacos hasta derramar sangre, los que tuve que curar al Uegar a Luepa. Después de .haber pasado, trataron de echarme la culpall mí de las rozaduras. Al Hegar a Luepa, como estaba el P. Baltasar con la obe– diencia para Santa Elena, esperé la vuelta de las caballerías para ir sólo acompañado de los indios, mucho mejores compañeros que muchos civilizados. Hay que notar que el cayenero se llevó o robó la cobija nuevecita del P. Baltazar, que había costado 140 bolívares en Upata. En el primer viaje de Casado a Santa Elena, ocurrió un episodio que no carece de interés: Joaquín, de Kuquenán tenía tres hijas: la mayor y la se¡unda, de más de 18 años, con tales prendas naturales que Casado las alababa mucho y sostenla que tenían sangre criolla. En un Capitán indio. y de la clase de Joaquín y su mujer, no se puede sostener. 120
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