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Luepa y excitó a los indios a que. mataran, asegurándoles que no les había de suceder nada; y se fue al. Brasil, donde hizo alguna que otra estafa de menos importancia, pues con el tiem– po yo había avisado a la Casa J.C.Araujo, y terminó por hacer– le un robo de consideración al cónsul venezolano en Manaos que se fio de él.. Lo pusieron preso y ya no supe más de él. Entonces, Monseñor fundó la casa .de Luepa con los P.P. Maximino y Eulogio y el Hermano Fray Lucio de fundadores, destinando a Santa Elena a un servidor y al P. Cesáreo. En abril, a la vuelta de haber llevado el ganado a Luepa, en compañía del Superior Regular M.R. Ceferino de la Aldea, se determinó hacer una excursión a la parte occidental ·de la Gran Sabana, para conocerla toda. Salimos por las cabeceras de Suapí, donde hicimos noche por haber esperado unas horas a Chaní, que volvió a Santa Elena, Kaná-Yeutá, etc.; llegamos en dos días a Luepa, cerca de Kuquenán. Atravesamos este río, cnwmdo sus bellísimas llanuras, deteniéndonos muy poco en las chozas de la margen derecha y fuimos a hacer noche a las cabeceras del Amanuó. Cruz.amos el Apanwao cerca del caserío que está a la orilla y subimos el cerro que se sienta sobre su margen izquierda. Este cerro, lo mismo que la subida de Ku– quenán, es perpendicular y sumamente difícil para el macho, teniendo que hacer bastantes rodeos. Desde las alturas divisa– mos la región del Apaurai, cuyo cerro, visto .por el este y el sur, semeja a un grandioso ataúd o tumba de .gigantes. En cambio, por eleste, es semicircular. Claro que esto lo imagina quien por primera vez lo ve, pues la cumbre no ha de bajar de cerca de un kilómetro de largo. Después de cinco días de camino llegamos a Won-kén donde nos detuvimos cuatro días. Encontramos la capilla que habíamos mandado a hacer a los indios, pagándoles de antema– no una buena cantidad, y allí dije misa; hacíamos las reuniones para cantar y rez.ar , ya en indio ya en castellano, y administran– do el bautismo a varios niños. Aquí era donde menos había arraigado el adventismo y fo mismo el Capitán que los indios nos trataron muy bien. Como era el término del verano cuando los indios están más pobres, la yuca escasea, apenas hay caza o pesca -los dos artículos de primera necesidad de los indios-, muchas veces teníamos que. repartir con ellos el arroz; carne y 103
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