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98 CONVENTOS DE PERFECTA VIDA COMÚN escrúpulos, pues se había opuesto de una manera radical y ter– minante desde el primer momento. Podemos formarnos una idea del contenido de la carta diri– gida al vicario provincial a través de las alusiones de la documen– tación posterior y sobre todo por la realística y pormenorizada relación del P. Zamora en su Manifiesto historial. El P. Alcabón debía entregarle la carta del P. General en presencia de los defini– dores, custodios, guardianes de los conventos de Madrid, secretario provincial y cuantos padres graduados se hallaran en la corte. Se convocó, pues, al guardián de El Pardo: « Iba mui sobre mi - dice. Y así cogí la carta y la leí con modesto desenfado en clara voz. Besé luego su firma y la guardé sin hablar palabra. Viendo esto el Vicario, tomó la voz y preguntó imperio– samente si conocía aquellas letras. Sí, Padre, respondí; son de mi Prelado, y aun por eso las he venerado yo y pongo sobre mi cabeza». A continuación le preguntó el vicario provincial si estaba dispuesto a cumplir lo mandado, pues él debía dar cuenta al defi– nidor general español. « Padre, respondí, el Rey Nuestro Señor, como Padre y como único Patrono y Señor de el convento Real de el Pardo, quiere y manda, en uso de su potestad económica, que en él se guarde y observe ahora y en lo venidero por mi y mis sucesores imbariablemente la perfecta vida común según y como se manda por el sagrado con– cilio Tridentino y Bulas Pontificias; entendiendo sus leyes sobre el particular de vida común Su Majestad en el sentido, en que con previa licencia de N.P. Provincial y anuencia posterior del Definito– rio la tengo yo establecida, y no como se observa en los demás conventos. Esta Orden de Su Majestad tengo remitida al Rmo. P. General por un traslado auténtico. Si acaso no le ha recibido, o el Definidor de la Nación no le ha informado bien de ella, no tengo, yo la culpa. Mandando, pues, Su Majestad conforme al concilio Tri– dentino, Bulas Pontificias y nuestras Constituciones generales lo contrario que ordenan estas letras, se ve ser despachadas sin bas– tante informe. Por tanto, se deben venerar, como yo he hecho, y no egecutarlas en manera alguna, suplicando de ellas un exacto informe » 244 • El P. Zamora añade que pronunció estas frases con mucha calma y modestia. El vicario provincial, por el contrario, reaccionó enérgicamente preguntándole si había hecho voto de obediencia al rey o al General. Aquel replicó que, como súbdito del rey, 244 Manifiesto historical, f.44; oficio de Manuel de Roda al conde de Florida– blanca, San Ildefonso, 22 de agosto de 1775: Arch.Emb., leg. 224, n.99.

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