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96 CONVENTOS DE PERFECTA VIDA COMÚN Tómese nota de la actitud agresiva y amenazadora de esta última frase. La continuación de la historia del conflicto demostra– rá que no se trató solo de amenazas. Y el punto de partida de las violaciones del derecho sobre el particular fue la solución proyectada durante el capítulo general para terminar la contro– versia planteada en Madrid y Roma acerca del porvenir del esta– blecimiento de la perfecta vida común en el Real convento de El Pardo. 2. Duelo epistolar en torno a una decisión del General Cuando el ministro Roda escribía su biliosa carta del 4 de julio, amenazando con represalias, no sospechaba que antes que aquella llegara a su destinatario, los acontecimientos ya en marcha le brindarían la oportunidad de intervenir con su típico desenfado regalista. A los nuevos superiores generales se les había presentado el problema del establecimiento de la perfecta vida común; pero las noticias parciales y fragmentarias y los memoriales contra– dictorios no les habían facilitado la visión clara y objetiva de la cuestión, que se complicaba con las ingerencias desorbitadas de la politica 24 1. El P. General escribió el 6 de julio una carta al P. Zamora, y fue como la chispa que provocó el incendio. Después de balancear las razones de las partes contendientes, se inclinó por la solución propuesta por el definidor general español, desentendién– dose de las observaciones y reservas que le hicieran los capitulares de Castilla 242 • En la carta se vislumbran todos los argumentos de los enemigos del establecimiento, mientras que se hace caso omiso de las razones de los promotores. El texto en sí no contenía nada de explosivo ni desconcertante, y hasta podía haberse cali– ficado de moderado y benévolo; pero se publicó en un ambiente de su promulgación. Cf. Vicente de LA FUENTE, Historia eclesiástica de España VI, Madrid 1875, 82s. 24 1 « Sabía Su Majestad lo que havía representado el Guardián al General y Definitorio con inclusión de la Real Orden, que se le havía comunicado; que igual– mente havían representado al mismo General el P. Fermoselle, el P. Fr. Faustino de la Nava y otros religiosos graves enterados de lo que sucedía y de la justicia y regularidad con que procedía el Guardián. Pero tampoco ignoraba Su Majestad que el P. Alcabón, Vicario Provincial, y otros religiosos partidarios de la doctrina jesuítica y de la disciplina relajada havían informado a su modo lo que les convenía para desacreditar al Guardián y deshacer su santo y arreglado estableci– miento » (Oficio de Manuel de Roda al conde de Floridablanca, San Ildefonso, 21 noviembre 1775: Arch.Emb., leg. 224, n.155; APCC, sign. 28/153, f.67r-68v). 242 Tanto el P. Zamora (cf. Manifiesto historial, f.42) como Manuel de Roda (cf. carta del 3 de octubre al conde de Floridablanca: Arch.Emb., leg. 440) atribuyen al P. Domingo de Onteniente la solución dada al problema planteado.

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