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92 CONVENTOS DE PERFECTA VIDA COMÚN ticas circunstancias. Por su parte Carlos III no ocultaba las: razones que le habían movido a aprobar la elección. El 24 de mayo de 1772 escribía a Tanucci : << He nombrado para mi ministro interino en Roma a D. José Mo– ñino, fiscal de mi Consejo de Castilla y del extraordinario..., buen regalista, prudente y de buen modo y trato; pero firme al mismo tiempo y muy persuadido de la necesidad de la extinción de los jesuitas » 224 • Por de pronto Roda pudo contar con un sagaz y hábil colabora– dor, conocedor como él del ambiente romano 225 , en sus afanes regalistas, como lo demuestra bien a las claras su intervención en el conflicto, de que nos ocupamos. Después de la muerte del general de la Orden, P. Amado de Lamballe ( t 17 mayo 1773), la asamblea capitular fue convocada a fin de elegir los nuevos superiores para Pentecostés de 1775. Los vocales llegaron a Roma a fines de mayo y el 2 de junio se celebra– ron las elecciones. Como en el capítulo anterior se había discutido el problema de los Seminarios de Misioneros 226 , en éste se puso sobre el tapete la polémica suscitada en Castilla acerca de la vida común establecida en El Pardo. Nos interesa presentar aquí los representantes valencianos y castellanos por entrar de lleno en las sucesivas vicisitudes de esta historia 227 • 2 21 Cf. Antonio FERRER DEL Río, Historia del reinado de Carlos III en España II, Madrid 1856, 353. El auditor de la nunciatura de Madrid, Mons. Vincenti, retrató a José Moñino con estas significativas y exactas palabras: « Di esteriore dolc2, affa– bile, moderato ed anche religioso; ma ostile oltre ogni dire all'autorita pontificia ed alla giurisdizione ecclesiastica ». Citado por Cayetano ALCÁZAR MoLINA, ob. cit., 100, nota l. 225 El 6 de julio de 1775 escribía al confesor del rey: « He dicho algunas veces en mis despachos por Secretaría de Estado que de Roma nada se puede creer (dejo aparte la religión con que Jesucristo asiste de una manera especial a su Iglesia), puesto que todo lo que se habla y escribe, si no es mentira en la substan– cia, lo es en el modo. Tengo dadas pruebas evidentes desta máxima... Los españoles que vienen se hacen luego a las mañas, como los italianos; y en todas las gerarquías ay un hábito pernicioso o de fingir o de creer con facilidad y esparcir con la misma quanto oyen de malo o de bueno» (Carta de José Moñino al P. Eleta, Roma, 6 julio 1775: Arch.Emb., leg.346, Exp. 1). Ya antes había escrito a Roda: « Yo conozco clarisimamente lo que es Roma y el sistema de no salir de los negocios embrollados» (Carta de José Moñino a Manuel de Roda, Roma, 13 octubre 1774: Arch.Emb., leg. 342). Para ilustrar el desarrollo de los acontecimientos nos han sido muy útiles las noticias entresacadas de la correspondencia confidencial de Roda con Moñino; desgraciadamente no hemos podido hallar las cartas confidenciales de, Moñino a Roda. En la correspondencia ordinaria de F:oribablanca conservada en Simancas, Estado, leg. 4989-90 no se alude siquiera al establecimiento de la vida común, y el mismo silencio se observa en su correspondencia confidencial con el mar– qués de Grimaldi (julio 1773-diciembre 1776): Simancas, Estado, leg. 4986. 226 Véase más arriba art. II, A, 2. 2 27 Las actas del capítulo no nos han conservadc los nombres de los capi– tulares (cf. Arch.Gen.O.F.M.Cap., Acta Ordinis, AG/7); pero además de los,

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