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EL AMBIENTE HISTÓRICO E IDEOLÓGICO 9 de la piedad tradicional y del culto público como poco conformes o contrarios a la nueva visión del mundo y de las realidades eman– cipadas de la revelación y dirigidas por las fuerzas sin límites de la razón. No es éste un cuadro completo ni un enunciado exhaustivo del sistema. Son solamente unas leves pinceladas que hacen en– trever un sinnúmero de ramificaciones que repercuten en la vida del individuo, de las comunidades, de la Iglesia y de la misma sociedad cristiana. El lector comprobará sin dificultad sus múlti– ples aplicaciones a través de estas páginas que ilustran somera– mente un ángulo del inmenso panorama político-religioso de la décima octava centuria. Los corifeos del regalismo7, inspirados por las ideas jansenistas, enciclopedistas y febronianas tan de moda en las cortes borbónicas dieciochescas, inyectaron su veneno en tres problemas españoles de resonancia internacional: la expul– sión y extinción de la Compañía de J esús8, la beatificación del venerable Palafox 9 y la causa de la venerable María de Jesús de Ágreda 1 º. Aunque de menos envergadura que estas tres cuestiones y Capítulos y tener amor y celo por mi serv1c10 y por el bien de la patria». Cf. Biblioteca de Autores Españoles, ed. Ribadeneira, t.59, p.215; BASILIO DE RUBÍ, O.F.M. Cap., Reforma de Regulares en España a principios del siglo XIX, Barcelona 1943, 23s. 7 « Palabra es el regalismo asaz vaga y elástica, y que puede prestarse a varios y contradictorios sentidos. Tomárnosla aquí en su acepción peor y más gene– ral, siquiera no sea técnicamente la más exacta, y designamos con ella, como otros. con la voz cesaropapismo, toda intrusión ilegitima del poder civil en negocios ecle– siásticos. Afortunadamente las cosas están hoy claras, y ha pasado el tiempo de las sutilezas jurídicas. Amigos y enemigos reconocen ahora que el regalismo del siglo pasado no fue sino guerra hipócrita, solapada y mañera contra los derechos, inmuni– dades y propiedades de la Iglesia, ariote contra Roma, disfraz que adoptaron los jansenistas primero y luego los enciclopedistas y volterianos para el más fácil logro de sus intentos, ensalzando el poder Real para abatir el del Sumo Pontífice, y, fi– nalmente, capa de verdaderas tentativas cismáticas» (M. MENÉNDEZ Y PELAYO, lug. cit., 36s). 8 La lucha antijesuítica, que culminó con la supresión de la Compañía (21 julio 1773), llena gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XVIII, Para una visión de conjunto y la correspondiente información bibliográfica cf. M. MENÉNDEZ y PELAY0, lug.cit., 164ss; Francisco J. M0NTALBÁN, S.J., Historia de la Iglesia católica. IV: Edad moderna (1648-1951), Madrid 1951, 333-361. 9 Don Juan Palafox y Mendoza (1600-1659), obispo primero de Puebla de los Angeles (Méjico) y después de Osma, sostuvo un ruidoso pleito con los jesuitas. A los regalistas, encarnizados enemigos de la Compañía, les venía como de perlas elevar al honor de los altares a quien tesoneramente y sin miramiento de ninguna clase los había combatido. Cf. Antonio AsTRAIN, S.J., Historia de la Compañía de Jesús· en la Asistencia de España V, Madrid 1916, 356ss. Acerca del significado político y partidista de esta causa de beatificación cf. L. V0N PASTOR, Storia dei Papi. Versione italiana XVI/1, Roma 1933, 1034-37. 10 La cuestión de la causa de la venerable concepcionista puso frente por frente al austero y entusiasta confesor de Carlos III, el franciscano Joaquín de Eleta, con José Moñino (conde de Floridablanca), el cual pretendía arrinconarla para enderezar todos sus dardos contra la Compañía de Jesús, tanto más que para su

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