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EL REAL CONVENTO DE EL PARDO 83 « En el convento del Pardo se había dorado en mucha parte el reta– blo de la capilla de Nuestra Señora de la Paz, y se habían colocado dos quadros con marcos dorados en la del Christo 194 ; dispuesto todo por el Rey Don Fernando VI. Estando Colindres de visita en calidad de General, lo advierte no sin un vivo dolor. Y encendido en la llama de este zelo, pide a nuestro Católico Monarca Carlos III la dignación de permitir se borre el dorado. Y logra oir esta respuesta, en que brillan la piedad, la munificencia y el zelo: 'Ya lo había reparado yo, y no me había parecido bien por el concepto que tengo de la pobreza de los Capuchinos. Pierde cuidado, que yo mandaré que se quite y se haga a mi costa el ornato conveniente'. Se hizo, en efecto » 195 • 3. La perfeeta vida común Este solitario y apacible convento, oasis predilecto de almas austeras y contemplativas, particularmente protegido y favorecido por los reyes, fue el teatro de la porfiada y prolongada lucha en torno a la práctica integral de la más perfecta vida común. Su abanderado fue el mismo que tan denodadamente había lucha– do por el establecimiento del Seminario de Misioneros de Toro: el P. Juan de Zamora. Fue también su primer superior, pero presentó la renuncia antes de terminar el trienio y le fue aceptada en la congregación definitorial del 24 de abril de 1767. Sin esperar la llegada del sucesor, entregó el sello al vicario y se desentendió del gobierno de la comunidad 196 • A principios de diciembre del año siguiente, habiendo fallecido el lector de teología, fue trasla– dado de Toro a Toledo, haciéndose cargo de la cátedra de aquella facultad 197 • Gobernaba a la saz.ón la archidiócesis toledana el 194 Acerca del origen y vicisitudes de estas dos capillas véase BUENAVENTURA DE CARROCERA, ob. cit., 159. 195 LAMBERTO DE ZARAGOZA, Elogio, 30. 196 Era vicario del convento el P. Isidoro de Fermoselle y el nuevo superior fue el P. Antonio de Hoz. Véanse las noticias bio-bibliográficas respectivamente en las notas 30 y 116 del presente estudio. 197 El P. Zamora (cf. Manifiesto, historial, f.60) dice expresamente que fue trasladado a Toledo para reemplazar al profesor de teología, que había fallecido el' 4 de de diciembre de 1768; sin embargo, el lector de teología del curso de Toledo nombrado en el capítulo provincial del 21 de octubre de aquel año era el P. Juan de Villardondiego, que sobrevivió aun muchos años. Es probable que se refiera al maestro de estudiantes P. Bernardino de Medina, nombrado para el cargo con la misma fecha, del cual no se conservan ulteriores noticias. Cf. BUENAVENTURA DE CARROCERA, Necrologio, 7. .

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