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III. - EL REAL CONVENTO DE EL PARDO, CIUDADELA DE LA PERFECTA VIDA COMÚN A. - ESTABLECillHENTO DE LA PERFECTA VIDA COMÚN l. Planteamiento del problema Si bien en los Seminarios de Misioneros estaba en su pleno vigor la perfecta vida común, bajo este punto de vista no se registraron contrastes estridentes ni acaloradas controversias entre los partidarios y los enemigos de la institución. Y se comprende. En definitiva, se trataba de una iniciativa circunscrita y limitada a un convento en cada provincia; y además, la acti– vidad apostólica, que era el común denominador de aquellos es– tablecimientos, no excitaba perplejidades ni hería susceptibilida– des, antes bien contribuía a disipar dudas y a acallar temores. Pero la situación cambió de perspectiva, cuando los organizadores hicieron resaltar casi exclusivamente el matiz de perfecta vida común con miras a revalorarlo, según nuevos criterios y nuevas modalidades, en todas las comunidades. Ya anteriormente los superiores de la Orden se habían percatado de los inconvenientes que entrañaba esta mentalidad; e incluso habían puesto de relieve la inoportunidad, y aun la inutilidad, de establecimientos particulares orientados hacia este plan de vida conventual. Y justificaban su actitud escéptica o negativa, porque este importantísimo aspectD de la vida religiosa no debía constituir la meta específica y privativa de uno u otro convento, sino que era el hito de toda la colectividad monástica; y para alcanzarlo bastaba la legislación común, general y parti– cular, y la asidua vigilancia de los superiores. La experiencia antigua y reciente así lo había demostrado, y la prueba estaba al alcance de todos 191 • 191 Cf. Establecimiento de los conventos de Retiro, en Coll.Franc. 22(1952) 67s.

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