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APROBACIÓN PONTIFICIA 67 ligiosa. La acción diplomática de las cortes borbónicas durante el año 1768 estuvo dominada por la lucha ora solapada ora abierta contra Clemente XIII, defensor intrépido de los derechos de la Iglesia conculcados por aquellos príncipes cristianos imbuidos de ideas regalistas y galicanas. El pretexto de esta alianza de opo– sición sistemática y descarada fue el célebre Conmonitorio de Par– ma lanzado el 30 de enero de 1768 contra el infante don Fernando, sobrino de Carlos III. Las citadas cortes lo recibieron como un desafío o declaración de guerra, y aunaron sus esfuerzos para conseguir su abolición; mas no lograron doblegar la impávida y rectilínea conducta del Papa 158 • Se comprende que en este clima de lucha arbitraria y desleal, hubiera sido contraproducente pedir a la Santa Sede favores y concesiones, que después de todo encerra– ban privilegios que limitaban la autoridad eclesiástica y hacían pre– valecer el dominio y la prepotencia de la autoridad civil. Y el am– biente se hizo más comprometedor aún, cuando el card. Negroni, que era el secretario de Breves, hubo de encargarse de negociar con. las cortes borbónicas el asunto de Parma, por haber aquellas negado su confianza al card. Torrigiani, a quien atribuían la enér– gica actitud de la Santa Sede. Por tanto no se creyó oportuno por entonces solicitar los breves apostólicos que ratificaran las orde– naciones de los Seminarios. El 2 de febrero de 1769 fallecía el intrépido Clemente XIII. Las cortes borbónicas, y cuantos deseaban el triunfo de las teo– rías regalistas y galicanas, saludaron con mal disimulada alegría el triste y funesto desenlace. Confiaban que el sucesor sería más débil y maleable para conseguir la solución de los espinosos pro– bl.emas que se debatían. Y, naturalmente, el conclave concentró la atención y las intrigas de las cancillerías europeas. El 19 de mayo era elegido el cardenal Lorenzo Ganganelli, que tomó el nombre de Clemente XIV. La corte de Madrid, como todos los Estados que habían expulsado a los jesuítas y deseaban su total extinción jurídica, recibió con singular agrado la noticia y recom– pensó al embajador Azpuru con el arzobispado de Valencia, por su acertada ~estión durante el conclave 159 • Ahora pensarían los. 1 5 s Cf. L. VON PASTOR, Storia dei Papi XVI/1, Roma 1933, 924-956; Carlos. E. CoRdNA BARATECH, José Nicolás de Azara, 79-85. l59 Véase más arriba nota 104. Por el contrario el agente de preces Azara, con sus intrigas y cabildeos, se había opuesto a esta candidatura y el 18 de mayo, simua !ando encubrir su fracaso, escribía a Roda con irrespetuosa ironía: « Supongo que ustedes ahí se vuelven locos de contento y que parten las campanas a rebato;· tendrán razón, ya que se ha logrado todo lo que se quería, y que en adelante sucederá lo mismo. Todo se va a componer; y esto lo tengo por más que probable. Se extingui-• rán los jesuítas, se aplastará lo de Parma, se enviará nuncio a España, y si quere– mos Conti, será Conti; se canonizará Palafox, y Su Santidad será el ponente,.

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