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60 SEMINARIOS DE MISIONEROS de las provincias de España fue elegido el provincial de Cata– luña, P. Félix María de Martorell, calificador del tribunal de la Inquisición y examinador sinodal de los o":)ispados de Vich y Solsona 142 • La segunda cuestión fundamental, a que antes nos referíamos, era el debatido problema de la aprobación pontificia de los esta– tutos particulares de los Seminarios. Y no podía soslayarse, pues había sido aplazado de común acuerdo por }as supremas autori– dades religiosas y civiles para esta ocasión. Por otra parte, la solución era prevista y podía darse por descontada, pues difícil– mente los ministros madrileños retrocederían en sus propósitos, cuya ejecución inmediata era una credencial. de sus ideas rega– listas. Roda había comunicado a Azpuru que si bien el Rey « no quería tomar parte en la elección del General ni de oficios », no permitía de ninguna manera que « se barrenasen las ordenaciones que dejó establecidas el V.P. Colindres » 143 • Pero aún no se había dicho la última palabra, y de la mayor o menor ductilidad de las delegaciones provinciales admitidas a manifestar su parecer de– pendía la posibilidad de modificar algunas prescripciones o de darles diversa tonalidad y amplitud. Por ta"'.lto sería interesante conocer lo que cada uno de los capitulares españoles pensaba y expuso al embajador de España y a los recién elegidos superiores de la Orden. Careciendo de documentos quE nos sirvan de guía en el desarrollo de estos coloquios romanos, nos contentaremos con averiguar la opinión de las diversas delegaciones por lo que sabemos de sus componentes. No hay motivos positivos que autorizen a pensar que los va– lencianos se opusieran a la proyectada aprobación. En primer lu– gar, porque, como se ha visto, el estableciniento del Seminario de Monóvar fue pacífico. Las ligeras dificul.tades propuestas en seguida por la comunidad al P. Colindres fueron solucionadas por éste con gran sentido de comprensión y libe::-alidad; y el capítulo de las mutuas relaciones entre los superiores provincial y local, después de aquellas preguntas y respuestas, quedó armónicamente 1 4 2 Cf. Manuel de LETE TRIAY [ANDRÉS DE PALMA DE MALLORCA, O.F.M.Cap.], Escriptors de la Provincia Caputxina de la Mare de Déu de Montserrat, in Franci– scalia, Barcelona 1928, 230; D. RICART [DANIEL DE MOLINS DE REI, O.F.M.Cap.], La Província de Fra-Menors Caputxins de Cataliinya, ibid., 326; BASILI DE RUBÍ, O.F.M. Cap., Necrologi dels Frares Menors Caputxins de la Prc•vincia de la Mare de Déu, Barcelona 1942, 172. El P. Andrés de Palma de Mallorc:ct (cf. Iconografía ca,putxina de Catalunya i Mallorca, Barcelona 1923, 58, n.73) publica un retrato del P. Mar– torell entresacado una de sus obras manuscritas y atribuido al capuchino Valentín de Olot. 143 Cartas de Manuel de Roda a José Iv!oñino, 16 de mayo y 4 de julio de 1775: Arch.Emb., leg. 440.

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