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APROBACIÓN PONTIFICIA 57 Vicario y Procurador General de dicha Religion, que ya havian recibido el Memorial con dicha instancia y la orden de informar y dar su dictamen sobre ella. Y aunque uniformes manifestaron de complacer en todo a S.M., me representaron que, tratándose en dicha nueva erección y confirmación de sus estatutos de fundar un nuevo sistema en aquella Provincia por lo respectivo a dicho convento y sus moradores, y de imponer nuevas leyes al superior de ella, convenía oirlo y tratar el asunto, para asegurar dicho establecimiento y ocurrir a posteriores recursos y quexas, que turbasen la paz re– ligiosa. Y que respecto de estar próximo el Capítulo General, a que concurriría dicho Provincial, era su dictamen se esperase a la venida de éste; y que oido, si propusiese algunas dificultades, contri– buirían por su parte a vencerlas, o almenos harían un prudente tem– peramento para que, salva en la substancia la disposición de su difunto General, tuviese ésta efecto con aquellas moderaciones, que se contemplaren necessarias para el establecimiento de dicho con– vento en casa de Retiro para Misioneros. Y por constarme ser de este mismo dictamen el Cardenal Protector, he tenido por convenien– te el adherir a la propuesta superior hasta el próximo futuro Capí– tulo con la reserva de repetir entonces los oficios con el mismo De– finitorio, y de pasar los convenientes con dicho Provincial, hacién– dole presente la recomendación de S.M., que ha recibido bajo su Real protección a dicho convento, y desea eficazmente que se efectúe lo dispuesto por dicho Rmo. P. Colindres, cuya memoria es a S.M. muy recomendable. Particípolo a V.I. para que lo pase a su Real noticia, y si tu– viere que prevenirme alguna cosa relativa a dicha solicitud, se sirva comunicármela antes que se celebre dicho Capítulo. Me repito, etc. » 130 • En la corte de Madrid tenían prisa por llegar a una solu– ción inmediata, temiendo que se complicaran los asuntos de la política internacional que agitaban las cancillerías europeas, y no se llegara al fin deseado. Y ya antl~s de recibir este despacho, Manuel de Roda insistía de nuevo, tomando pretexto de la ins– tancia presentada por el Seminario de Monóvar. Es muy probable que la iniciativa de solicitar la aprobación pontificia de las ordenaciones del Seminario de Monóvar no par– tiera de aquella comunidad. Según se ha podido observar, este establecimiento gozó desde el primer :momento de la simpatía de los superiores provinciales, y la armonfa de las competencias entre el provincial y el guardián quedó garantizada con la pacífica y condescendiente interpretación dada por el P. Colindres a las primeras dudas. Era una solución lógica y pertinente. El normal 130 Arch.Emb., leg. 331, f.105-107.

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