BCCCAP00000000000000000000904

ORDENACIONES Y FISONOMÍA 39 erudición y, menos aún, la curiosidad especulativa, sino la pre– paración doctrinal de los pregoneros evangélicos. El período misional propiamente dicho comenzaba con el ad– viento y terminaba con la cuaresma. Cada año se formaban dos ,equipos de dos religiosos cada uno, y, si precisaba, se añadía un confesor, que podía escogerse también del convento en cuya guardianía se predicaba la misión. Los misioneros se elegían el 30 de junio, festividad de S. Pablo, que era considerado como el protector de los Seminarios y el modelo de los misioneros ; -éstos antes de comenzar la gira anual, se preparaban con un curso de ejercicios espirituales de diez días, y el mes precedente ;gozaban de las exenciones comunes a los predicadores de la provincia, pero en ningún caso podían dejar de hallarse presentes .a las conferencias semanales. La zona que pensaban evangelizar :se escogía previo consentimiento de los prelados diocesanos. La predicación y demás servicios ministeriales eran gratuitos. En cuanto a la predicación extramisional, cada Seminario tiene una modalidad propia, que ciertamente refleja los usos tra– dicionales de la provincia respectiva y que los misioneros con– servaban siempre que fueran compatibles con la intensidad y re– gularidad de su vida conventual. Mientras que en Sanlúcar se indica como ocupación propia la predicación itinerante o de plaza 84 , en Monóvar se permiten y aun promueven las salidas ,dominicales a las parroquias cercanas 85 • Los moradores de los Seminarios podían predicar también las cuaresmas, cuando fueran requeridos, siempre que el guar– dián de acuerdo con los comisarios lo creyera oportuno ; pero los ,cuaresmeros debían regresar inmediatamente después de Pascua. En Monóvar se dejaba al arbitrio del provincial la designación de los predicadores de cuaresma, mientras que los de Toro podían .ser empleados en las predicaciones cuaresmales de Madrid. Los panegíricos no gozaban de la simpatía de los legislado– res. Las ordenaciones de Monóvar establecen que se prediquen solo en las festividades de la Orden y en alguna parroquia, en caso de necesidad; pero aun en estos casos se han de desechar las sutilezas y adornos excesivos que no miran sino a captarse la benevolencia de los oyentes con imágenes e interpretaciones que .adulteran la sagrada escritura y deshonran el ministerio apostó- 8 4 Cf. Bull.O.F.M.Cap. IX, 20a. 23b. El llamado « predicador dé plaza» era una tradición de honda raigambre en la provincia andaluza. Cf. JUAN B. DE ARDALES, La. Divina Pastora 1, 4ó~s. ó'1bs. 85 Cf. Bull.O.F.M.Cap. IX, 27, n.XIV.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz