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LAS FUNDACIONES 17 ·Castilla afrontaron el problema candente de la predicación, que era parte muy relevante de la actividad de los religiosos. En la congregación definitoria! de octubre de 1761, presidida por el provincial Fidel de Tortuera, se habían puesto las bases de un Colegio de Misioneros 28 • No nos parece aventurado pensar que a él se referían los programas presentados al P. Colindres por los dos mencionados exprovinciales. Y si no expresaban el plan tal y como él lo había concebido, era preferible aceptar y modificar las sugerencias de la Provincia a imponerle una iniciativa del todo nueva. La preferencia dada al convento de Jadraque para sede del futuro colegio se fundaba en el hecho de haber los duques del Infantado, sus fundadores, destinado desde el principio a la comu– nidad una limosna anual para fomentar las misiones y otras formas de apostolado en los alrededores y pueblos de la Alcarria. El P. Juan, después, de examinar los referidos proyectos, los re– chazó « con santa ingenuidad» y se declaró contrario al convento de Jadraque por el motivo que impulsaba a otros a preferirlo: la limosna fija anual, pues, según su modo de ver, era absoluta– mente imprescindible que los moradores del proyectado colegio abrazaran desde el primer momento con todo rigor « la altísima pobreza», viviendo de mendicidad y sin aceptar siquiera honora– rios o recompensas pecuniarias por sus prestaciones ministeria'." les. Esta intransigencia no desagradaba al P. General, porque. él no sintiera idéntica ambición, sino porque la experiencia le habfa hecho palpar cuán difícil era encontrar suficientes religiosos con arrestos para abrazar libremente aquel género de vida y aun superiores con bastante amplitud de miras para favorecer y apoyar los esfuerzos de los pocos voluntarios. Su reciente expe– riencia italiana era elocuente y aleccionadora. Pero la objeción no hizo mella en el ánimo esforzado del P. Juan. Tampoco su proyecto era una improvisación. En el desempeño de su misión de educador había inculcado en sus discípulos aquel mismo ideal y podía garantizar que muchos no solo lo admiraban como ideal, sino que anhelaban llevarlo cuanto antes a la práctica 2 º. Aun más, podía certificar que con vistas a su posible y deseada reali– zación, se había confiado con algunos religiosos graves y presti- 28 Madrid, APCC, Viridario auténtico en que florecen siempre vivas las me– morias de lo que pertenece al buen gobierno de esta Provincia, f.379. 29 Para comprender el influjo educador y• formativo que el profesor tenía. sobre sus discípulos, baste recordar que, según los estatutos generales y provincia– les, los tenía a su exclusivo cargo durante siete años consecutivos, desde que comen-. zaban la filosofía hasta que terminaban la teología. Cf. ANDRÉS DE PALAZUELO, Vita– .lidad seráfica. Segunda serie, Madrid 1931, 241.
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