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EL REAL CONVENTO DE EL PARDO 115 del dominio público y llegó al Consejo de Castilla con las inevi– tables y lógicas consecuencias. Así estaban los trámites de la controversia, cuando en el mes de junio se presentó en Madrid el P. General, el cual fue inme– diatamente informado de todo por el nuncio. Aun no se había procedido judicialmente contra el P. Zamora, pero era a todas luces manifiesto que ni éste ni sus amigos estaban dispuestos a transigir o a callar, antes bien exigían una reparación pública, inopugnable y definitiva. El P. General pensó soslayar las difi– cultades y aplacar los ánimos excitados y las reacciones políticas, y sin pérdida de tiempo dio a todos una prueba evidente de su buena voluntad. El 25 de junio promulgaba las normas del esta– blecimiento de la perfecta vida común, calcadas en las ordenacio– nes del P. Colindres para el Seminario de Toro. Aun más, de– seando dar plena satisfacción al rey y sus ministros, las presen., taba a su aprobación « queriendo (como es debido) someternos humilde y respectuosa– mente en todas las cosas a su voluntad conforme a la intención piadosissima de su sagrada y Real Magestad » 27 5. Fue un gesto innegable de buena volutad y condescendencia; pero no fue debidamente apreciado ni por la camarilla del rey ni por los religiosos que se movían en los bandos de las opuestas tendencias y orientaciones. El P. General, sin embargo, anhelando sobre todo evitar las vías legales, que se cernían sobre él como amenazadora espada de Damocles, y no comprometer el buen éxito de su visita, dio otro paso más para orillar las dificultades o resolverlas por las buenas, pacífica y amigablemente. Los días 20-23 de julio giró la visita canónica a la comunidad de El Pardo. La impresión recibida fue inmejorable y se com– plació de dar público testimonio de la ejemplaridad de la obser– vancia regular. El 1 de agosto escribía el vicario provincial al superior de El Pardo: << Haviendo pasado Nro. Excmo. y Rmo. P. General Fr. Erhardo de Radkerpurgo a visitar personalmente ese nuestro convento y ejecutádolo formalmente, abriendo su visita el día veinte de el mes de Julio de el presente año de 1776 y cerrándola el 23 del mismo mes, Nos ha manifestado a su regreso con gran gozo de nuestro corazón la particular satisfacción, consuelo y edificación con que venía de dicha visita, por no haver hallado en ella defecto alguno que en– mendar, corregir o castigar en algi,mo de los Religiosos moradores de 27 5 APCC, Legisl. I, 6/65. Se conservan dos ejemplares de los estatutos, uno en latín y otro en castellano. El ejemplar castellano está refrendado por el P. Miguel de Santander, secretario provincial, _en Madrid el 24 de noviembre de 1776.

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