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EL REAL CONVENTO DE EL PARDO 113 y .en este sentido le envió una súplica el P. Erardo el 12 de octubre, a la que el rey contestó el día 31 accediendo a sus deseos, y el 23 de noviembre aquel le daba las gracias por el favor recibido 269 • En estos documentos burocráticos y cancillerescos no aparecen resonancias del incidente que ya había surgido entre Madrid y Roma a causa de la tan discutida carta del 6 de julio. Con todo, fácil es adivinar que la correspondencia epistolar, a que el inci– dente había dado lugar, no contribuía a crear una atmósfera fa– vorable de distensión y acercamiento. Tal vez el P. General, al planear su visita pastoral a España, había infravaluado las con– secuencias perniciosas de las intrigas tenaces e intransigentes de la política religiosa regalista. Pero, por otra parte, tampoco se le ocultaba que su presencia en la corte madrileña podía ser, si no decisiva, por lo menos muy ventajosa para resolver los proble– mas pendientes, que habían turbado la paz conventual. Y, por consiguiente, sin atemorizarse por las siniestras nubes que obscu– recían el horizonte de sus relaciones con Madrid, a fines de marzo o principios de abril de 1776 se embarcó en Liorna con rumbo a Barcelona 21 º. El 2 de junio el P. General hacía su entrada en Madrid con el solemne ceremonial de costumbre 211 • Ante todo quiso rendir homenaje al rey, y con este motivo se trasladó el día 7 a Aranjuez, en donde fue huésped del marqués de Cogolludo por espacio de ocho días. El 17 comenzó la visita pastoral a los conventos de la capital, y mientras tanto se llevaron a cabo los trámites de su cobertura como Grande de España de primera clase 212 , que tuvo lugar el 7 de julio: « Salió el Rey y en pie con el sombrero questo... mandóle cubrir inmediatamente, y le hizo [el General] una arenga latina que du– raría un quarto de hora, tan del caso y con voz tan inteligible, que la perciviamos los de afuera, y con un modo tan agradable que todos estubieron suspensos y gustosísimos, como después lo manifestaron muchos; y el mismo Rey lo manifestó también. Finalizada esta fun- 269 Las cartas originales del P. General y las minutas de las respuestas del rey se conservan en Simancas, Estado, leg. 4989. 210 Despacho del conde de. Floridablanca, Roma, 11 abril 1776; Arch.Emb., leg. 847, f.48. 271 Cf. MELCHOR DE. POBLADURA, Los Generales de la Orden Capuchina Grandes de España de primera clase, en Coll.Franc. 13(1943) 260s. 295s. 212 El primer General de la Orden cubierto Grande de España fue el P. Je– rónimo de Castelferretti, cuya cobertura tuvo lugar en El Escorial el 9 de junio de 1609. El 7 de agosto de 1612 Felipe III declaró que si bien no se trataba de un privilegio hereditario, sería « muy coherente y factible» que los Generales que visitaran la Capital recibieran aquella merced « por la devoción a aquel santo .hábito ». Cf. MELCHOR DE POBLADURA, art. cit., 354.

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