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EL REAL CONVENTO DE EL PARDO 103 el P. Zamora irían a parar sobre el pupitre oficial de Roda, como sucedió en efecto. Y el ministro, con su típico desenfado, zahería sin piedad ni miramiento alguno la postura del definidor general, enfocada exclusivamente desde el ángulo visual de un auténtico regalista, que veía por doquier la sombra maléfica del jesuitismo doctrinal y disciplinal, única causa de los males que aquejaban a la nación. Las « perversas opiniones jesuíticas» habían penetrado e invadido los claustros capuchinos y el celoso regalista lo deplo– raba en su correspondencia confidencial con Moñino. Reprodu– cimos el texto de dos cartas suyas, entre otras razones porque revelan el estilo epistolar y confidencial de aquellos probos varones del despotismo ilustrado obcecados por prejuicios sectarios y dominados por ideas seudoreformadoras. El 3 de octubre Manuel de Roda escribía desde El Pardo al conde de Floridablanca en los siguientes términos: « Me contesta [Su Merced] de oficio a la orden del Rey en el asunto del Guardian del Pardo, y en la confidencial añade que el General de los Capuchinos es un buen hombre, pero que su Definitorio no le gusta a Su Merced, ni le dejan aprobar la conducta del Guardián y Su Merced hablaria al Papa y haria que por medio de Conti se diese una aprobacion y orden de no hacer novedad, ni turbar la quietud de este Prelado. En prueba de lo que Su Merced me dice, he recibido una carta del P. Onteniente, Definidor, el qual sin haverle yo escrito ni co– nocerle, y solo porque havia sabido la orden del Rey, que se la ha comunicado a Su Merced, me escribe un larguísimo proceso contra el Guardian del Pardo, y una Apología de lo resuelto contra él por el Definitorio. No le respondo, porque no es del caso, ni lo merece. Se hace cargo solamente de lo que han escrito contra el Guardian, pero no se hace cargo de lo que escribieron al mismo De– finitorio el P. Fermoselle, que es el Religioso más docto y exemplar de esta Provincia, y el Definidor Fr. Faustino de la Nava, Definidor y sugeto tambien de la mayor doctrina, que estuvo en Roma de Secretario muchos años al lado del P. Colindres, testigos de vista de lo que pasa en el Pardo, ni tampoco hace mérito de la relacion embiada a Roma por el mismo Guardian. De forma que solo han hecho caso de lo que dicen los émulos y díscolos de aquel convento y de esta Provincia, como es el P. Alcabon, Vicario Provincial, a quien se acordará Su Merced se le quitó la licencia de predicar y desterró por el Gobierno, pero despues por piedad se le alzó el destierro. La maior parte de los cargos es falsa, y la otra mal entendida. Solo hai de verdad la de dar chocolate a los Frailes, pero eso es porque el Rey dá cincuenta mil reales cada año y quiere que lo tomen. Lo mismo sucede en el convento de S. Pasqual de Aranjuez, porque el Rey lo dá. En la ausencia del Provincial al Capítulo le
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