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10 EL AMBIENTE HISTÓRICO E IDEOLÓGICO de política religiosa, causas de conflictos odiosos e interminables, también la fundación de los Seminarios de Misioneros y de los Conventos de perfecta vida común refleja y documenta la mentalidad antieclesiástica de los gobernantes de Madrid, puesta de relieve por la historiografía más acreditada. La segunda vertiente del problema que r:os ocupa es de índole más bien monástica y apostólica. Para nadie es un secreto que el estado de las órdenes religiosas, aun sin recargar demasiado las tintas, no era de los más halagüeños. No es este el lugar indicado para ensayar la diagnosis del doloroso y lamentable fenómeno 11 ; pero conviene subrayar que uno de los coeficientes que se han de tener en cuenta para enjuiciar la situación real de las órdenes religiosas en España y la postura del poder civil para con ellas se refiere al número de religiosos que poblaban los conventos. Es indudable que en esta época los conventos eran muchos y, en ge– neral, estaban sobrepoblados. Por otra parte, la actividad externa y apostólica era relativamente limitada. Ahora bien, el excesivo número de religiosos puede traer consigo algunos inconvenientes a la regular observancia monástica; y por otra parte, sobre todo en períodos de frivolidad y poca fe, fácilmente se llega a pensar en la inutilidad de tantos individuos, cuya :finalidad específica el pueblo no siempre comprende y aprecia y, en todo caso, sobrepasa la esfera de la observación y la experiencia sensible. Pues bien, los enemigos del estado religioso encontraron en estos dos factores - número excesivo y actividad limitada - el pretexto para in– tervenir, no para remediar las necesidades (como solapadamente aseguraban) sino más bien para entorpecer primero y anular después la autonomía de los superiores y hacer triunfar sus ideas jansenistas y regalistas, proclamando la inutilidad o poca eficacia de los institutos regulares. En cuanto a la limitación o tasación de candidatos, a veces las dos autoridades - monástica y política - llegaban a un acuerdo. Está fuera de toda duda que la Orden Capuchina alcanzó su máxima expansión numérica hacia 1761. Según los datos :fidedignos oficiales presentados en el capítulo general de este año, los religiosos eran 34.029; las provincias, 64 y las residencias 1762. España estaba representada por 6 provincias, 110 residencias y espíritu descreído carecían de importancia la doctrina y los carismas de la autora de La Mística Ciudad de Dios. Cf. José Pou y MARTÍ, O.F.M., El arzobispo Eleta y el término de la Causa de la ven. María de Agreda, en Arch.Ib.Amer. s.II 10(1950) 425-460;11(1951) 455-473; 12(1952) 347-365. 11 Cf. MELCH0R DE P0BLADURA, El establecimiento de los conventos de Retiro, en Coll.Franc. 22(1952) 54-58.

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