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Phospho.z-u.m Theologorum, Theologum sincerum, .Ort.odoxum, Doctorem Formosissfmum; he aquí algunos de sus elogios. Al día siguiente de la llegada del Principe Elector a Praga, desde una de las grandes ventanas o balcones que daban al .patio del Palacio Rosensium Dominoru.m, donde se hospe– daba d Principe, el ,predicador áulico dirigió un sermón De Bonis Operibus •a una multitud compuesta de ,palaciegos, luteranos, husitas, otr-os herejes y hasta no pocos .católicos, que, por curiosidad o deseos de .controversia, habían acudido. Algunos católicos, y San Lor,enzo .principalmente, ,protes– taron ante los Nuncios, el dimitido y el recientemente nom– brado, y ante el Arzobispo de Praga, por el escándalo de tal .predicación. El Capuchino se ofreció a una refutación pública de Laiser. Por el bfen de Ja paz, se le indicó que era mejor no insistir. El silencio aumentó la osadía del he– reje. Tres días después, ante una multitud intrigada, entre la que se destacaban, pavoneándose de su intdectualidad herética, muchas señoras, disertaba de nuevo De Justifica– tione Peccaforis per Fidem. El estrago iba en aumento, y entonces la misma autoridad eclesiástica intervino .para que los .predicadores católicos saliesen a la palestra. San Lorenzo, que anteriormente se había ofreddo el primero, fué el desig– nado ,para predicar a la mañana siguiente en ,la iglesia de los Oapuchinos. La noticia .corrió por toda :la dudad. El jueves por ,la mañana estaba reunida en la iglesia de la Inma– culada Concepción numerosa y noble multitud. Los Nuncios Apostólicos, el Arzobispo, los predicadores de los Príncipes Electores, los altos ,funcionarfos y los magnates de Ja Casa imperial y hasta algunos áulicos del Duque de Sajonia. San Lorenzo empezó su sermón con aquellas palabras de San Pablo al mago Elimas: O plene omni dolo et omni falacia! Le re,proc~a eil haber violado la ley y los estatutos im;peria– les, al hablar públicamente, y se adentra, luego, en la refu– tación acérrima de la doctri'na expuesta. Y para refutar, por último, la aparente erudición del heresiarca, San Lorenzo echó mano de un recurso rea-lista y eficaz que nos recuerda el ímpetu de su hermano de hábito el beato Diego José de 58

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