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En torno ·a su cadáver se levantó litigio sobre qufén habría de poseerlo ,entre la parroquia lisboeta-ya que los Capu– chinos no tenían convento en Lisboa-, los Padres Obser– vantes de San Francisco, la Capilla Real. por el carácter de embajador dcl difunto, y D. Pedro de Toledo, Marqués de Villafranca, en cuyo palacio habia fallecfdo. Venció éste, con el consentimiento ,del R,ey Felipe III. Con el mayor si– gilo, tras diez y siete días de caminata, llegaron los veneran– dos restos a Villafranca del Bierzo, bello y des,conocido lugar donde la Providencia qufso que descansaran definitivamente los hermosos ,pies de su evangelizador San Lorenzo de Brin– dis. Como a fiel hijo del Seráfico Caballero de Asís, la muerte le alcanzó en ,el fervor de sus andaduras. Por él expresa– mente ha escrito el P. Gemelli: "A ,todo verdadero francis– cano le sorprende la muerte en ,el camino." Tanto la oración del día como el Martirologio hacen men– ci'ón expresa de estas actividades edesiástkas y cívicas del Santo diplomático. Clemente XIV proclamaba esta providen– cial misión del Santo Capuchino, diciendo: "Además de ob– servar las severísimas leyes de su Orden, .fué capaz de tomar sobre sí y llevar a feliz término negocios gravísimos para defender la di'gnidad de la Iglesia" (20) . EL MlSTICO Y EL SANifO Los ·quehaceres múltiples y contradictorios, en apariencia, no descoyuntaron aquella vida ni le hicieron perder la uni– dad en .torno a lo que constituye la personalidad de este insigne Capuohi'no : su santidad. Pero antes, con harmonía de su ser íntegro, supo ,retener incontaminado su propio tempe– ramento infantil, vivo, ,pasional y místico. De suerte que la acción no impidió la contemplacfón y la soledad del propio y dulce yo: ni la responsab1lidad frunció las sonrisas y la frente de aquella alma generosa y cordial. Su temperamento era dulce, -efusivo, ardiente y noble. Ya desde muy j.oven se distinguió por el amor hacia los pobres y los niños. No 1:aras veces le parecía ver en cada uno de 42