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este heoho histórico del establecimiento de la primera co– munidad capuchina en la capital de España, el 12 de noviem– bre de 1609, en el Hospital de los Italianos. De esta ma– nera, la Provincia Capuchina de Castilla considera como su fundador a San Lorenz-o de Brindis {17). Durante el trienio de su generalato visita, casi siempre a pie, Italia, Francia, España, Alemania, ,por doquiera .los Ca– puchinos tenían residencia. Su acción ,como General de la Orden recibía impulso de la idea central del Santo que daba unidad a ·todas sus com– plejas actividades: la de que el triunfo en Ia lucha pública con la herejía y el mantenimiento de la fe entre los fieles, estaban en relación con la intensidad de ,la vida espiritual en sus conventos. Por esto los multiplicó en Alemania, Mo– ravia, Austria, el Tirol y España. Además de su fervor y regular observancia, puso -especial empeño y dió normas para el perfecdonamiento de los estudios de Teología, Filosofía, Sagrada Escritura y de Lingüística. Incluso -es probable que compusfera un tratado de elocuencia ,para sus religiosos, cuya pérdida nunca se lamentará bastante. BL DIPLOMATICO Nadie sobresalió tanto en la labor diplomática para el bien de la Iglesia y de la sociedad como Lorenzo ,de Brindis. También -en -este aspecto es el hombre que personifica una nota distintiva de la Orden Capuchi:na: la gestión diplomá– tica, lo que el P. Gemelli llama "el apostolado polítiw de los Capuchinos". Su representante más genuino, ,por el justo equilibrio que supo mantener entre acción pública y eleva– ción sobrenatural, fué San Lorenzo de Brindi's. El, como afirma el mismo P. Gemelli, "dió al apostolado .social fran– ciscano la ,misma extensión internacional que tuvo en los siglos XIII y XIV" (18). Y si ya sólo como diplomática es admfrable s u labor, la de él y la de la Orden, lo más extra– ordinario es la simult aneidad de ese quehacer, sinuoso y tras- 38

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