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esfuerzo lo hizo más .tar,de perfectamente compaginable con su no menos asombrosa actividad. Como ,tantos hombres de acción, los viajes se le convirtieron en aulas, por su faci– lidad de estudio y de observación, llegando a poseer una especializada formad'ón en lo sagrado y un informe casi completo de fa dencia de su tiempo. Bs evidente, sin embargo, que ante San Lorenzo de Brin– dis estamos ante un caso especial, .milagroso quizá, de ca– pacidad intelectual y activa. El mfsmo 1o confesaba humH– demente. Este carácter casi milagroso lo reconocía el .Santo especialmente en cuanto al ,conocdmiento de las :lenguas, en particular ,la griega, la hebrea y la caldea, ,que aprendió sin que persona alguna se las enseñara. Esta gracia o don de lenguas .Jo atrtbuía a la intervención de la gloriosa Virgen Maria. Predicando en cierta ocasión en Nápoles, proolamó desde el pú"lpito, si bien con términos velados, por modestia, que era deudor a la Virgen del perfecto conodmiento que tenía de la lengua hebr,ea, y que la Divina M,adre se lo había ,procurado de modo mi:Iagroso "durante un ligero sue– ño, con el cua'l se había visto favor,ecido al pedir a María que le ayudase en el estudio de dicha lengua" (8). SEMBLANZA De esta manera se formó San Lorenzo de Brindis. De 1a iconografía del Santo, resumida toda ella en sus rasgos principales en el cuadro de P. Labruzzi, 1610, a los cincuenta y un años del Santo, podemos ,deducir el ~pecto físi'co de San Lorenzo. V,emos al Santo en la plenitud apostólica de su edad y en el -acto de ejer,cer su oratoria ferviente. Está ya calvo, con apenas el cerquillo huyéndosele por los tem– ,pora'les. Sus sienes, hundidas y palpitan.tes, expresan una labor intelectual reiterada y una gran tensión espiritual den– tro .de aquel cráneo alto y redondo. Todas sus .fac-ci'ones se agitan y resaltan con brío que nunca llega a ser dureza. Las cejas, arqueadas y densas, cobijan unos ojos enérgicos y a la vez suaves y benévolos, que en estado de reposo segura- 26