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PREA.MBULO No ,es dificil señalar en ./a vida de San Lor,enzo de Brindis los momentos decisivos e infarmadores de su existencia y de su acción. Estos brePes episodios componen en su vida una ·trama de predilección divina y correspondencias huma– nas que urden un tapiz perfecto. De seis años apenas, predicaba en el púlpibo de la ;Cate– dral de Br.indis, con l1i11 éxito mucho más admirable por lo que prometía que por lo excesivamente extraordinari.o del hecho. Según dos,tU1mbre, aun no extinguida en Italia ni en España, alguna vez niños, o niñas incluso, recitaban en las iglesias, con ocasión de una fietlta religiosa, ingenuos ser– moncitos y versos. Lo extraordinario de la intervención del pequeño Lorenzo estuvo en que, como hace constar la Bula de Canonizaqión, su pláti-ca "iba tan oportuna y bien com– puesta, tan grave ¡y tan :rebosante de celeste sabiduría, y fué pr.onunciada con tanto fervor y suavidad, que a todos se hizo patente que Dios hablaba por aquel .niña y que co1n este prodigio quería sign:ificar a lo que, andando el tiempo, llegaría". Un tío suyo, Giogio R.ossi, confirmará, más tarde, que el ·experimenvo se repitió en varias ciUidades de Calabria con parecidos é:citos. Mas lo merecedor de notarse es que ya en estas manifestaciones infa.ntiles había fundamento para co– legir lo que habría de ser uno de los afectos e ideales. de su vida: el amor al púlpito. Su vzda ccY,mÍenza a trabarse, como la de los hombres lla– mados a influir en su tiempo y en la posteridad, con los acontecimientos de su época. La Media Luna amenazaba a la Cristiandad. El Turco "bajaba" sobre Europa. Brindis era fflcil presa ,en el Adriático. La madre del futuro Lorenzo, 17

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