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FIBRAS DEL ALMA 51 Sediento de tu amor, mi Bien, me tienes; y es tan ardiente el ansia y apetito, que padezco de Ti, que me derrito con esta asfixiante calentura, si luego a refrescarme Tú no vienes con el limpio raudal de tu dulzura... Señor, yo necesito amar, amar sin tregua ni medida, y luego ver tu faz apetecida, rostro a rostro y sin velo, en un mar de consuelo encontrándose el alma sumergida. ¿ Para qué quiero el corazón ardiente, que en mi pecho pusiste y en tan vívidas llamas lo encendiste, si no te adoro con amor ardiente ? Y ¿ para qué tengo alma, si arrobada no está en tu vista, sin cesar, mi mente? Mi Dios, la vida siento ya agotada; me sofocan los múltiples sudores ; ¡ ay l templa, Dueño mío, los ardores de esta amorosa y viva calentura; apágame la sed, que me devora, con agua fresca y pura de la fuente sonora, que surte de tu mano bienhechora : quei si más tiempo dura

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