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P. VIÑAYO sus amores y. quejas preludiaba, oculto en los cipreses, mansamente movidos por el aura, yo también al. Amor de mis amores, al objeto continuo de mis ansias, con los ojos clavados en el cielo, las mejillas de lágrimas bañadas, así, con voz doliente, amorosas querellas le endechaba: c<j Ay, Dueño mío!. .. ¡ Ay, qué triste vivo l ¡ en cuánto desconsuelo tengo el alma !. .. esta alma pobrecilla que es tu esposa, tu esi;osa idolatrada... , y tan lejos de Ti, mi Bien, se encuentra, de tus consuelos íntimos privada. V errante en este mísero desierto, donde reina el olvido y la desgracia, ¿ cómo podrá vivir, si Tú, mi cielo, en tan grande dolor la desamparas ? ¡ Oh !. .. Si libre pudiera remontarse a tu excelsa morada, con rapidez, ansiosa, volaría a esa regi6n de dicha y bienandanza, para unirse contigo en lazo estrecho, que ya jamás de Ti la desatara, v así vivir la vida de tu vida, en un mar de delicias anegada. Pero ¡ a.¡r ! la miserable cuitadilla