BCCCAP00000000000000000000902

352 P. VIÑAYO San Francisco.-¡ Oh, celestial atavío ! ¡ Oh, joya res¡;landeciente traída del Paraíso !... Mi bien, pónmela a la vera de tn corazón divino, donde siempre esté segura de todo mortal peligro. Jesucristo.-¡ Qué alegría el alma siente con tus dones, mi Francisco ! San Francisco.-Jesús, mi Dios, ¡ si son tuyos!. .. ¿ Cómo, pues, los llamas míos? Jesucristo.-No importa; yo te los di para poder recibirlos de esas tus humildes manos, que me roban mis cariños. San Francisco.-¡ Oh Dueño del alma mía, mi Rey poderoso y rico ! ¿ Cómo podré agradecerte tan· inmensos beneficios? Jesucristo.-Pues, ¿ qué será cuando acabe de obrar en ti mis prodigios? con tal ternura te amo, tanto tus obras estimo, que con patentes señales yo _te haré ccSegundo Criston. San Francisco.-No me cuentes más favores; bastan los ya referidos,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz