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P. VIÑAYO de pecho herido de angustias y mortales desconsuelos ; de labios que ya apuraron las hieles de este destierro; de corazón oprimido por no saciados anhelos, que va llorando perdidas y esparcidas por el viento lm,¡ doradas ilusiones de sus febriles ensueños. Ya su cantar se termina... Estos eran, pues, sus versos: «Vanidad, sombra y mentira mis placeres todos fueron ; y mis riquezas, cual humo, se las llevó luego el viento. Tras las glorias mundanales corría con torpe anhelo, y palacios encantados me forjaba en mi cerebro; mas, infeliz, no sabía, en mi ciego devaneo, que están de espinas sembrados de este mundo los senderos. Y, en mi loco desvarío, sentí clavarse en mis nervios esas agudas espinas que este mundo da a sus siervos.

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