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FIBRAS DEL ALMA 257 Tú no reínas destruyendo, ni sembrando el exterminio; tu dominio es de paz y de concordia; y es de amor tu dulce imperio, do se encuentra de las penas el ansiado refrigerio; elevándote en el árbol sacrosanto de la Cruz, atrajiste hacia Ti todas las cosas; en tu fuego nos prendiste y la tierra iluminaste de tus ojos con la luz. A tu Cruz todas las gentes se han rendido, reverentes, y a su sombra han encontrado su ventura y su solaz; ¡ aun cautivas permanecen de las vivas llamaradas de tu pecho y hermosuras de tu 'faz! Mas, Señor, entre los pueblos que por Rey te ha proclamado, es España hoy el primero que defiende tu reinado; ella el cetro de dos mundos a tus plantas sujetó; en cien lides por. tu nombre se lanzó, rauda, al combate; con esfuerzo denodado rechazó el contrario embate, y sus múltiples trofeos a tus pies los arrojó. REINARÉ EN ESPAÑA-has dicho-, y esta intrépida [matrona, en el centro de su pecho ya te ha alzado regio altar; y ese altar será tu trono, y su cielo, tu corona, do la raza ibera acuda tu realeza a venerar. No permitas, Rey eterno, que jamás su fértil suelo huellen plantas extranjeras; que su hermoso y claro cielo nunca vista negros tules, que obscurezcan nuestro sol; que del uno al otro polo no haya pueblo tan pujante, como el pueblo que te adora con amor y fe constante, y ha de ser tu pueblo siempre mi<2ntras se llame español. l.7

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