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3.3.3. Encuentro de culturas en un clima de diálogo y alteridad enriquecedora El encuentro de la cultura indígena con otra cultural diferente, la occidental técnico-capitalista-liberal, se realiza a través de varios caminos. De modo violento se realiza por invasores que quieren apoderarse de las riquezas naturales de los indígenas o de sus tierras. De modo más o menos pacífico -pero no por ello menos destructivo- se realiza generalmente por las instituciones gubernamentales, sobre todo a través de sus programas educativos. Los medios de comunicación -principalmente radio y televisión- son armas sofisticadas y de gran alcance a través de las cuales los indígenas introyectan la mentalidad occidental. Los blancos, los criollos o mestizos que trabajan cerca de las comunidades indígenas -o incluso dentro de ellas-, junto a los que realizan trabajos de etnografía, antropología, etc., se convierten tam– bién en otra vía a tráves de la cual el índígena tiene acceso a la cultura occidental. De entre todos los caminos de acceso posibles, quien asuma la causa del indígena de cerca, es decir, se inculture- viviendo con y como el indígena- se convertirá en la mediación privilegiada. De ahí la exigencia -una vez más- de que el misionero se inculture. Este encuentro entre esas dos culturas que nosotros llamamos de interculturación -aculturación, según otros- no se efectúa de modo equitativo, como si dijéramos un 50% de cada una, sino que normal– mente se lleva a cabo de modo desequilibrado, siendo la cultura dominante quien lleva más ventajas. El grado máximo de ese desequili– brio es la desintegración cultural (etnocidio), que comienza con contac– tos continuados de dominación y de transculturación. El misionero puede ser un gran aliado del indígena en ese proceso, acompañándolo, orientándolo y capacitándolo en e~e encuentro entre culturas. El misionero y el indígena -sobre todo los ancianos y sabios de la comunidad- en un encuentro abierto y sincero, pueden conocerse mejor mutuamente, así como mostrar el uno al otro sus cosmovisiones diferentes, sus valores, sus técnicas, sus recursos, sus conocimientos, etc. Al mismo tiempo, por tanto, ambos dan y reciben. Este encuentro ayudará a no absolutizar ninguna cultura ni a considerarla como perfec– ta y, por el contrario, a ver cómo cada cultura necesita de las otras, y 94

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