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-el misionero que va a convivir con los indígenas debe formarse antes para ello, al igual que continuar ese proceso inacabado en su vivir diario con los indígenas; -dialogar con el indígena sobre su proyecto cultural, su cosmovi– s10n, su núcleo ético-mítico. Estableciéndose así un intercambio cultural y una búsqueda conjunta de la verdad, 24 y en lo religioso un ecumenismo basado en la libertad religiosa; -tomar conciencia de que inevitablemente el misionero es agente de cambio. El misionero procede del centro (generalmente) y va para la periferia, es decir, él representa un tipo de cultura, aunque poco a poco se vaya alejando de ella; -capacitar al indígena para el contacto con la cultura occidental envolvente, ayudándolo en el discernimiento de las posibles ventajas y desventajas; -concientizar al indígena de su situación -si aún no ha tomado conciencia de ello. Esto implica ir a su ritmo; -concientizar a la sociedad envolvente y a la iglesia de la situación y cultura del indígena, utilizando para ello los medios de comunicación; -denunciar cualquier injusticia o intento de eliminar la vida y cultura del amerindígena; -fortalecer la enculturación del indígena, su identidad personal y grupal; -motivar al pueblo indígena para que no pierda su memoria histórica, o para que la recupere si la tienen perdida; 24 "La verdad se encuentra en la vida y en la cultura indígena y la que se encuentra en nuestra cultura, nos hará libres juntamente a todos": conclusiones del curso de Antropología y Teología para la actividad misionera en América Latina. Proyecciones pastorales (Caracas, 23 de julio a 17 de agosto de 1974), en América Latina Misionera. Realidades y experiencias, Paulinas, Bogotá 1975, 172. 92

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