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el diálogo, que más temprano o más tarde da al m1s10nero la oportunidad de hablar de la 'razón de su esperanza' (1 Pe 3, 15)". 39 Es mucho lo que las culturas pueden aportarse unas a otras. Lejos de pensar que la cultura occidental es la única que puede dar hay que decir que tiene mucho que aprender y recibir de las culturas indígenas. Por eso es necesario que se establezca también un diálogo intercultural entre la cultura del misionero y la cultura del indígena, para enrique– cerse mutuamente y buscar juntos la verdad. A este respecto nos decía el Vaticano II: "Deben conocer a los hombres entre los que viven y conversar con ellos para advertir en diálogo sincero y paciente las riquezas que Dios, generoso, ha distribuido a las gentes" (AG 11). C) Los pueblos indígenas al encuentro de Jesucristo El Dios que ya está presente en la historia y cultura indígenas desde el inicio necesita ahora ser anunciado de manera explícita. Se trata de la proclamación de la Buena Nueva de Jesucristo. El acento se pone aquí en la persona de Jesucristo y en lo que este nos revela sobre Dios, sobre el hombre y sobre las relaciones Dios-hombre. Sin este anuncio explícito del evangelio la evangelización es incompleta e insuficiente. "No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios" (EN 22). Ese anuncio del evangelio y de sus valores del Reino, acogido libremente, llevará a transformar no solo las personas, sino también las estructuras y la cultura en la medida en que se confronta esta con el modelo del Reino. Encontrarán 'que tiene valores comunes y también que dicha cultura tiene antivalores con relación a los valores evangéli– cos. Y, por tanto, acoger la fe significará corresponder convirtiéndose a Jesucristo y transformar los antivalores que su cultura tiene. Son los indígenas, en la medida que acogen y crecen en la fe, quienes 39 lb., 87 50
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