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En esta fase es importantístimo descubrir en la cultura las simientes del Verbo, es decir, los trazos de la acción de Dios sobre dicha cultura, las señales de este Dios que por ella pasó y en ella está presente antes de la llegada del misionero. Se trata de identificar y asumir lo que ya es evangélico en esta cultura. Es sobre todo aquí donde los indígenas se convierten en nuestros evangelizadores antes de que nosotros les anunciemos el evangelio. En sintonía con la evangelización que los indígenas están realizando, el misionero corresponde con lo que se denomina presencia testimonial, misión-presencia, misión callada, proclamación silenciosa o incluso evangelización implícita. Es un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en el servicio a los hombres, concretizada en un amor preferencial por los indígenas. Presencia testimonial que, lejos de ser fruto de un miedo a anunciar la Buena Nueva o de una fe poco misionera, es el "primer medio de evangelización" (EN 41 ). Si ad intra el misionero evangeliza primeramente con su presencia testimonial callada, es ad extra donde -a partir de los valores del Reino- tiene que levantar su voz profética contra toda amenaza e intento de recortar la vida de los pueblos indígenas. "La denuncia profética a partir de estos pueblos-resto no cuestiona solamente el modelo socioeconómico y los padrones c;:ulturales de la sociedad envolvente; cuestiona también la práctica de su religión y la vivencia de su fe". 38 B) El diálogo La presencia silenciosa y solidaria del misionero siempre suscita preguntas a los pueblos indígenas. Cuanto más un misionero se incultura en la vida de estos pueblos, tanto más él es cuestionado y preguntado; tanto más los indígenas quieren conocer su vida, la cultura de donde procede, etc. "La presencia silenciosa suscita inevitablemente 38 P. SUESS, o.e., 86. 49

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