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practicaron en el pasado, o bien modelos que están vigentes actualmente. 37 Pero no se puede olvidar que debemos "descubrir con audacia y prudencia ( ... ) las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje evangélico a los hombres de nuestro tiempo" (EN 40). Entre todos los modelos existentes el que mejor articula la inculturación con la liberación integral de todo hombre y de todos los hombres es el modelo que se puede denominar evangelización inculturada y liberadora. Toda evangelización es un proceso que ha de tener en cuenta a sus destinatarios, los cuales están situados en un tiempo y espacio determinados. Tal proceso es al mismo tiempo dinámico y lento. Dinámico porque entre evangelizador, evangelización y evangelizado se da una relación dialéctica que permite el avance y crecimiento. En este sentido -propiamente hablando- no hay uno que solo es evangelizador y otro que solo es evangelizado, sino que ambos son al mismo tiempo evangelizador y evangelizado. Expresar en categorías culturales el evangelio no es fácil ni rápido, menos aún impregnar toda una cultura. Por eso la evangelización que realmente se incultura exige un proceso demorado. Dentro del proceso de evangelización inculturada y liberadora se pueden señalar algunas mediaciones, acentuaciones o fases que son absolutamente necesarias para que pueda darse tal tipo de evangeliza– ción. Véamoslas brevemente. A) La presencia testimonial El punto de partida de la evangelización es el acercamieí\to a la nueva cultura asumiéndola. Es al,mismo tiempo el inicio del proceso de inculturación. Constitutivo de tal inculturación es el solidarizarse con dicho grupo cultural en las alegrías, en las tristezas, en los problemas actuales, en la misma suerte y destino, etc., (EN 21; GS 1). 37 En relación con los métodos de evangelización citamos dos estudios interesantes: R. AZZI, Método missionário e prática de conversáo na colonizafáO latino-americana, en REB 47 (1987) 83-102; C. FLORISTAN, Evanglización, en C. FLORISTAN- J.J. TAMAYO (coord.), Conceptos fundamentales de pastoral, Cristiandad, Madrid 1983, 339-35 l. 48